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Si nos seguimos odiando unos a otros, seguiremos con una guerra abierta… pero si tuviéramos soldados de a pie, no gastaríamos tanto en sillas.

Ahora entro en época de exámenes–no diré el número de estos por sí viene alguno diciendo que tiene más para quedar como el paria del sistema educativo–, así que intentaré escribir como pueda, de momento el reloj que para el tiempo va bien, y quizás para agosto esté terminado–pienso llamarle el "hadroniptón cuántico"–, mientras tanto sacaré tiempo de donde no lo tengo. Si no se me acumularan las entradas en la mente hasta una sobrecarga neuronas.

Quisiera hacer ver, en esta semana de la ecología quería dar mi opinión sobre una tradición española, que es, cuanto menos–diplomáticamente–"violenta" y además muy polémica, pues tiene defensores acérrimos y gente totalmente contraria. Esta tradición es la tauromaquia, la cual crea pasiones, y no niego que sea apasionante–para quien le guste ver sufrir a un animal–. Como se puede intuir, tomo posición en contra, pero no por la razón de romper una tradición, sino por el martirio que se le hace pasar al toro. 

Soy consciente de que el toreo se remonta a épocas antiquísimas, desde hace eones el ser humano le ha gustado arriesgar su vida para así sentir la adrenalina–esto es complejo de Edipo al final–, siempre ha sido así, y continúa como tradición, pero no necesariamente con la misión inicial: impresionar al género femenino. Al fin y al cabo diferencio entre la caza y el toreo, considero la tauromaquia como una forma de ocio–y por caza me refiero a matar un bicho para comértelo después.

No obstante, un toro es un ser vivo, por lo que a mi ética y mi moral respecta, merece un respeto, no divertirse haciéndole sufrir. ¿Por qué acabar entonces con una tradición tan antigua? Defiendo que vivimos otros tiempos, que la época del toreo no es viable con el modelo de sociedad pacífica que estamos construyendo–a ver cuando terminamos de construirla, cuando lean esto en un futuro no sé que pensarán–. Si una persona se divierte a costa de otra, cuando se burla o mofa de alguien y le hace pasar un mal rato, como es el caso del acoso escolar, ¿no vemos a los acosadores como gente inmoral, cobarde, que necesitan oprimir a otro para obtener así la gloria? ¿Por qué no ver iguales a los toreros? ¿Acaso los humanos somos mejores y merecemos más respeto por ser personas? Por lo que a mi respecta, lo único que nos diferencia de los animales es la inteligencia y la razón, la cual es la causa y a la vez solución de la mayoría de los problemas del mundo.


Lo que me da más coraje es que–y en esto estarás de acuerdo conmigo–a los toreros se les cubre de gloria mientras que los miles de personas ayudan desinteresadamente a especies animales en peligro, cuidan de ellos, mantienen por un lado lo que por otro lado otros destruyen, se quedan en el anonimato–como Anónimo–, y, en la mayoría de las veces, no cobran nada, al contrario que uno, que por matar a un toro quedará grabado en la memora de todos la gran hazaña llevada a cabo en esa épica contienda. Y, una vez rodeado de dinero, la soberbia crecerá hasta creerse un dios en la Tierra, cuando, por lo que a mi respecta, es un tío con un traje súper ceñido–al estilo árbol de Navidad versión femenina–que ha matado a un animal, cuya proeza es comparable a la del acosador que abusa de sus compañeros en un colegio.

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