Divino inferno
I greci dicono che l'alcol è gratuito. Dovrà vedere a che prezzo è in Grecia su etanolo…
Señoras, señores y horcos de Mordor, ¡hemos quedado segundos en Eurovision! Aunque por abajo, sólo nos ha ganado Irlanda. No tengo en mucha estima a los que fueron a cantar representando a España, y, la vedad, para el año que viene tenemos que mandar a algún comparsista gaditano a Eurovisión–o a Selu Cossio con las Pepis, hubiera triunfado–. Sería original, nadie saca nada de eso, totalmente diferente y 100% español–o sea, una de las dos Españas–.
Pero esta es una opinión, como muchas que me tengo que callar. ¿Pero por qué? Porque entonces los que predican la libertad de expresión atacarán en hordas bien armadas para sofocar los pensamientos que difieren del suyo–es curioso, pero suele pasar eso…–. Como yo intento ser lo menos hipócrita posible, desde ya afirmo que no respeto todas las opiniones del mundo, y hay que ser muy utopista–o tonto del todo–para decir que respeta todas las opiniones habidas y por haber. No quiero fomentar la lucha ni imponer las opiniones a nadie, porque sé que puede parecer eso–yo conozco a uno que cuando habla siempre dice “sé que cada uno tiene su opinión, y son tan respetables como las demás” para luego imponer la suya a los demás.
Tú y yo sabemos que el respeto es la consideración de algo que es digno y que hay que tolerarlo–y alguno eso se lo pasa por el pepino–, pero no todo lo que se dice es respetable. Aunque los que predican la libertad de expresión saben muy bien que la opinión de exterminio de la especie humana de cualquier genocida hitleriano es mucho más respetable que el que ese hippie prefiere la paz y el amor a la guerra–con lo bien que se lo pasa uno en una guerra, eh–. O como sabe, mi querido Anónimo-2, las argumentaciones llenas de falacias son sacrosantas–siempre que coincida con su opinión, da igual que esté mal argumentado–.
Y lo bien que queda una opinión argumentada con los mismísimos razonamientos de otra persona con más relevancia social, como es el caso de algún buen político–de los traviesos españoles–, o de alguien famoso–¡sigamos la filosofía de Belén Esteban!–. ¿Por qué conformarse con una frase usada por Punset, pudiendo calcarle el discurso entero? Lo bien que queda uno usando palabras que ni entiende para que otra persona caiga tu persuasión. Y ya que estamos, ¿para qué tener nuestra propia opinión teniendo las reglas del Partido? Lo tranquilo que nos quedamos todos teniendo una opinión común, como la que tenían al este y al oeste del Telón de Acero, ¿para qué vamos a pensar teniendo panolis que lo hacen por nosotros, y además son tan bobos que nos representan y dejan que les echen la culpa de la corrupción española?
Ahora, eso sí, ya que estamos predicando la libertad de expresión, la opinión del ignorante, que habla por hablar, es mucho más respetable que el sabio que argumenta, pues al sabio no se le entiende, y encima busca lo mejor para todos, habiendo pensado todo, ¿verdad?
O sea, predicar la libertad de expresión significa, hoy en día, aceptar y respetar todas aquellas opiniones que coincidan en cierta medida con nuestra opinión. Pues déjame decirte que no quiero la libertad de expresión para nada. De quererla, quiero una libertad de expresión que se fije en los argumentos usados, bien hechos y libres de falacias, la moralidad de la opinión, la sabiduría del opinante–no es lo mismo la opinión de un cani, que la de un aristotélico–, y es por eso que yo no opino sobre productos belleza ni sobre moda, por ejemplo, sobre todo lo demás creo que tengo una opinión razonada. Y lo más importante es que no se imponga esa opinión, en el momento que se intente imponer, pierde mi respeto.
Así como por ejemplo, si digo que el italiano es más bonito que el francés–lo siento, franceses, pero el francés no me acaba de convencer–, y lo intento imponer al mundo entero, pierdo, completamente la respetabilidad de mi opinión. No obstante si argumento que es por la sonoridad que tiene, apelando a mi propio gusto, aceptado que cada cual tiene el suyo–a cual más extraño los hay–, etcétera, etcétera. Ese, puedo asegurar que tiene mi respeto.
Joder, indirecto pero bien directo jaja
ResponderEliminarLo has escrito muy bien escrito, yo creo que te has superado.