Desafiántemente: en verde


A ver si tiene narices de deformármelo con su interpretación (mirada de desafío)

Algún día, y puede que ese día no llegue, te contaré que significa, en este contexto el verde, mientras tanto dejaré que sigas en la incertidumbre. Pero tranquilo, sólo lo hago por sí algún día me hacen un comentario crítico del contenido de la entrada, para hacerle un mindblow al comentarista–a lo Federico García Lorca y sus tonterías del amor con poemas que no los entiende ni su madre–. Si has hecho algún comentario de texto, habrás visto que algunos tienen más mala leche que los viejos en las películas norteamericanas cuando se les pisa el césped–la montaña en San Manuel Bueno, mártir significa la conexión con lo celestial… ¿cómo?–, y para ello hay que tener buena imaginación, porque lo que es aprenderse lo que quiso decir el autor…–luego dicen que yo soy complicado de entender.

Pero una cosa es echarle imaginación a un texto–que la requiere–, y otra cosa es usarla para interpretar el texto, y otra muy distinta es usar la fantasía para darle a sentido a un comentario real, que hace alguien de este mundo–o sea, no perteneciente al mundo lírico–. Dicho sea de paso, es entretenido sacarle el sentido a una opinión de un interlocutor, y que luego te cuente cada uno cómo ha visto la opinión, y ¡parece que son dos opiniones diferentes! 

Dado un comentario cualquiera, que digas tú, un deformador, y unas circunstancia dadas del deformador. Como no le caigas en gracia, tu comentario, sin necesidad de llevar maldad, puede acabar transformándose en una crítica mordaz hacia aquella persona, la cual aprovechará el comentario para verte hundir hasta lo más hondo del más hondo y puñetero abismo. Paralelamente, si le caes bien, tu opinión habrá sido un acto heroico, una proeza que te alzará hasta lo más alto del más alto altar–y el comentario no ha variado de una postura a otra.

Así pues, voy a poner un ejemplo de aplicación partiendo de la opinión: “Me encanta el Carnaval de Cádiz

    • Enemigo acérrimo: Le gusta el Carnaval de Cádiz… pero Pepe es de Sevilla, luego si es de Sevilla tendría que gustarle el carnaval de Sevilla–aunque no sepa de su existencia–, entonces si le gusta el de Cádiz y no el de Sevilla… entonces prefiere a Cádiz antes que a Sevilla…Además, con lo obsceno que es el carnaval… ¡Seguro que lo ha dicho porque como el primo del vecino del abuelo de la cuñada de mi tío Paco, al que no le hablo, vive en Cádiz! ¿Cómo se atreve a decir, entonces, que prefiere el carnaval de Cádiz? ¡Qué poco corazón hay que tener! ¡Menudo egoísmo el suyo! Pero… ¿y si lo ha dicho porque no conoce al primo del vecino del abuelo de la cuñada de mi tío Paco, al que no le hablo? ¡Qué poca consideración! ¡Mira que no conocer al primo del vecino del abuelo de la cuñada de mi tío Paco, al que no le hablo! Seguro que el comentario ha ido en mi contra… ¡Qué mala persona!

    • Amigo/aliado de conveniencia: Le gusta el Carnaval de Cádiz… pero Pepe es de Sevilla, si ha tenido el valor de afirmar que le gusta una fiesta que no es de su ciudad es que es muy valiente. ¡Caramba, qué gesto tan heroico! No todos tienen esa soltura a la hora de afirmar sus gustos de esa manera, ¡y lo bonita que es Cádiz! Desde luego, eso sí que es tener gusto, aunque me guste o no su carnaval. ¡Qué gran espíritu!

Luego está la postura del pos-vale, que es la que suelo usar, sin dar ese gran sentido interpretativo, con la ventajas y defectos que eso acarrea. Pero como habrás comprobado, de una opinión subjetiva sin maldad ninguna, la crítica siempre está a flor de piel, para bien o para mal. Aun siendo a favor, la crítica es igual de destructiva, y es un absurdo hacer un juicio de valor sobre un comentario informal.

Y ahora, a ver qué sentido le sacas a esta entrada.

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