La mia parola italiana
SOY LIBREEEEEEEEEEE!!!!!!! (Aunque condicionalmente)
Que me meta mi ideología por donde me quepa… pues menos mal que sólo quiero la paz mundial, llego a querer la Tercera Guerra Mundial y haber qué hace el hombre este. Se escucha cada cosa… ¡Si por lo menos un partido político me respaldara! Pero todos dicen paz y amor de boquilla… nada, nada ¡Ninguno! Todos se miran al ombligo y a lo que mejor le venga a cada partido: Sus querís ir ya, ¡hartibles! Cansan más que el Adobe Flash player, que siempre se tiene que actualizar cuando estás viendo algún video importante, como por ejemplo, los Simpson, Futurama o los carnavales de Cádiz.
Con esto quiero decir que en cuanto uno tiene un sueño, un ideal platónico o un proyecto, cuanto menos, ostentoso, creativo, o como a mi me gusta decirle, diferente, no te faltará el idiota que te cuenta el famoso cuento/fábula de la puñeterísima lechera. Todos lo conocemos, pero vamos a hacer una de las cosas que más le gusta a la gente: criticarlo, para ello voy a redactarlo.
Esto era una lechera que vivió hace mucho tiempo–allá por la época de el Reino de Castilla, Al-andalus…– que tras ordeñar a una vaca comenzó a llevar la leche en un cántaro hasta el pueblo–Cagarrutas del monte–, mientras pensaba que con la leche compraría cien pollos que pusieran huevos, que vendería para comprarse un cochino, al que alimentaría con bellotas para engordarlo y volver a venderlo para comprarse una ternera, que al crecer sería una vaca lechera, con el que podría repetir la jugada, compraría una cabaña en la montaña, la vendería a unos turistas ingleses interesados en el mundo rural y compraría una gran granja en el sur de Asturias, que posteriormente vendería a un escritor rico como Dan Brown que busca inspiración (…) y una vez vendiera Yahoo! compraría el Banco Santander, La CAMPSA, Vodafone, Ibera y el grupo a3media, se haría con los principales medios de comunicación ¡¡¡y llegaría a emperatriz mundial!!! Y mientras reía maquiavélicamente soñando con controlar a la totalidad del planeta y parte de extranjero, se le cae el cántaro de leche de poder… y el mundo se quedó sin una dictadora totalitaria que lo sometería a su incuestionable poder. Fin.
El tío que inventó esto no tenía en cuenta dos factores humanos muy importantes: el empeño y la terquedad humana para conseguir lo que se desea, le da un carácter muy efímero a lo que es la obsesión de esta pequeña Hitler en potencia. Y segundo, algo tan obvio que de pequeños nadie se daba cuenta cuando lo escuchábamos… u oíamos–dependiendo de la atención puesta en el relato, los que triunfan en la vida son los que sólo lo oían, como el que oye llover. Ahí te lo dejo–, y es la gran pregunta que yo, aquí, cuestiono: ¿No se le ocurrió rellenar el cántaro con más leche? ¡De otra vaca! ¡De la misma al día siguiente! De tal forma que, en vez de ponerse a llorar cual magdalena hubiera rellenado el cacharro del poder supremo, habríamos contado con una pequeña Stalin, ¡y por un cántaro de leche!
Y aún hay más, la chica soñaba cosas muy ostentosas y creativas, a parte de ser un relato totalmente anticapitalista–ya se sabe que todo el mundo en tiempos de crisis se hace anticapitalista–, e igualitarista, porque fomenta el no soñar, y el no intentar destacar, o sea, no inventes mucho que te caes, no destaques que más grande será en trastazo. A parte de eso–que también, y lo reivindico–, hace ver que la chiquilla era una dejada de la vida. ¡Y además histérica! Se le cae la leche y comienza a llorar en vez de buscar soluciones.
Por si te quedaba alguna duda, o algún argumento a favor del cuento/fábula de la pequeña lechera nazi-soviética, te diré que el iPhone se inventó porque no sabían que era imposible de inventar–¿Qué relación tiene esto con la Segunda Guerra Mundial? No sé, se me ha ido–, por lo que si ellos fueron capaces, imagínate lo que podemos hacer con un sueño y una idea. Sólo espero que no sea destructiva–vaya a estar yo aquí fomentando un nuevo conflicto bélico–. Ya sabes que el igualitarismo no va conmigo, sí que creo–muy subjetiva, y connotativamente– lo mejor es ser diferentes, diferenciarse del resto.
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