A lo Pepe G Cervera
Pocas veces lo veo, de hecho creo que sólo lo he visto dos o tres veces en mi vida, pero como no puedo evitarlo, me he puesto en la piel del protagonista. Ya sea una película, un libro, o una serie, en cuestión: Cuéntame es la que vi. Yo en el guindo sin saber por qué el chico estaba en la cárcel, hasta que me fue aclarado, y no pide evitar ponerme en su lugar.
Ya me lo han dicho varios, y es que, al escribir, para fortuna de algunos y desgracia de otros, tengo mi propio estilo–la desgracia es para mi, que luego en lengua no me dan la máxima nota en el comentario de texto–. Y lo que siempre tuve claro a la hora de abrir el blog fue que, socráticamente, la verdad debía ir por delante, por alto que fuera el precio. Me dijeron que tuviera cuidado, que no expresara públicamente mi opinión en Internet, pues me daría problema, por eso quiero decir a aquellos dispuestos a luchar por soterrar opiniones ajenas: No me incluyáis en vuestra guerra.
Miles de personas han muerto por defender la verdad, me remonto al enemigo acérrimo de Nietzsche: Sócrates, quien fue condenado a cadena perpetua por impartir su filosofía entre los jóvenes–me encanta el método de Sócrates–. Y no hablemos de aquel que llevó a cabo la mayor revolución de la historia de la humanidad, que acabó en una cruz. Y como ellos, muchos otros que fueron silenciados para que no tiemblen los intereses de una minoría poderosa.
Por ello, una de mis miles de hipótesis en las que pienso, esta vez tras ver Cuéntame por segunda o tercera vez en mi vida, si se diera el caso de que, por algún error de aquellos que hablan en nombre de la justicia, que, como dije en "Santa Albóndiga, mártir", la han matado–aunque con lo de los ERE "parece" que está renaciendo–, me metieran presidiario en la cárcel, pido, como favor personal, un cuaderno gordo y una caja de bolígrafos, y libros. Como puedes comprobar, no pido mucho, simplemente que dejen evadirme de la realidad.
Me he imaginado presidiario en una celda, en la que, sin salida, asfixiaba mi intra-ego, siempre anhelando la libertad. ¿Por qué yo? ¿Qué hago aquí? ¿Por qué encarcelar a un inocente? Me agobia sólo pensar no poder salir de un recinto en un largo periodo de tiempo, que, sin duda, se me haría eterno. Y lo que más impotencia me crearía sería que estaría yo retenido por las ideas soterradas por la minoría sojuzgadora, mientras que ladrones, asesinos y dementes están sueltos, desperdiciando su libertad, la libertad de la que yo carecería.
Por eso mismo–imagínate el mal trago que pasé al ponerme en el lugar de los protagonistas de "Los girasoles ciegos" o con la película "La vida es bella" o "El niño con el pijama de rayas". Lo paso mejor viendo "Saw" o "Pesadilla en Elm Street"–creo que las mayores indecencias llevadas a cabo por la humanidad han sido los holocausto, como el de los nazis, los que se daban en el imperio romano, el levado por los primeros europeos que llegaron a América, el Apartheid, y un largo etcétera que no mencionaré por respeto al lector, pues lo que la historia nos ha demostrado es que cada persona piensa de un modo muy diferente a otra, o de forma paralela, pero nunca igual, por ello, creo que no se puede considerar a la sociedad como una masa de gente, sino personas muy diferentes unas de otras. Y la única forma que parece haber encontrado el humano ante la variedad de pensamiento es soterrar los más polémicos.
Personalmente, estimo demasiado mi libertad, mi anhelo de naturaleza, mi afán por el libre albedrío, por lo que si se me es arrebatada, ¿qué sería de mi? ¿Podría aguantar lo sin sufrir una especie de crisis neurótica? ¿Caería en un autismo inducido? Y una forma de perder la libertad es venderla, o sea, callar lo que pensamos, lo que nos hace ser lo que somos, silenciar nuestro intra-ego por dinero, un premio, o una nota más alta.
Lo más probable es que, al no tener nada más que el tiempo y la vida, estando en una cárcel, me dedicaría a fomentar el uso de la razón, como lo hacía en su época Sócrates, usando la ironía, entre los otros reclusos–¿Sabes que es la libertad? <respuesta> Efectivamente, pero no crees que(…) yo tampoco sé lo que es la libertad, pero puedo ayudarte a saberlo–, para hacer así un sitio más agradable aquel lugar, en el que tú eres el maestro, eres como Sócrates, pero a lo Pepe G Cervera.
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