Atentamente: su intra-ego


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Tengo una teoría que intentaré explicar en esta entrada. ¿Cómo sabemos de perfección? ¿Por qué queremos ser mejores? ¿Más inteligentes? ¿Más altos? ¿Más fuertes? ¿Más guapos? ¿En qué sentido queremos serlo? ¿Por qué? Los filósofos, cada uno, ha dado su  tontería, y a cual más incompresible–¿cómo pueden decir semejantes tonterías? Menos Nietzsche–. Y como no podía ser de otra forma, he decidido imitarlos, a mi manera.

Si nos pensamos perfectos tiene que ser que existe una entidad que llamaré intra-ego, el cual es, a nuestro ojos, perfecto, o sea, que otro no lo verá perfecto, pues otro tiene su propio intra-ego que cree perfecto. Bien, pues este ente somos nosotros libres de presiones sociales, modas, con su propia moral y valores dentro de sí mismo. El que es capaz de hacerlo todo, incluso lo que no puede.

El momento en el que más cerca estamos del intra-ego es la infancia, se puede decir que nacemos con él, hasta que la sociedad nos separa de él. Imagínate que en vez de haber nacido aquí, hubiera nacido en Italia, habría nacido tal y como soy, salvo que no hablaría en español, sino que estaría escribiéndole en italiano, sin dejar de ser yo, pues el intra-ego es el yo despojado de todo, y, probablemente estaría a merced de la sociedad italiana para formar mi persona, revestir mi intra-ego–lo que sé es que, naciera donde naciera, el fútbol lo iba a odiar igual.

El momento donde se puede vestir más fácilmente al intra-ego es en la infancia y adolescencia, y poco en la madurez–ya en la vejez es casi imposible: genio y figura hasta la sepultura–. Y al igual que vestir se puede cambiar de chaqueta el ente, pongo como el ejemplo el cani que pasa a ser, con un poco de respeto hacia la sociedad, aristotélico.

También existen ciertas vestimentas impuestas a la fuerza, con las que el intra-ego intentará luchar hasta desprenderse de ellas, es el ejemplo del niño al que en el colegio le pegaban unos indeseables–ya expliqué que esa gente no tiene otro nombre–, al pegarle desde pequeño, su intra-ego se defiende con una armadura que, posteriormente, le costará trabajo desprenderse, de forma que no le dolerá tanto que le rompan la nariz otra vez, pero por culpa de esos indeseables, llegará el día en que se defienda con armas, pegará a los más débiles, pues la armadura que lleva puesta le pesa, y atacará con sus armas, pues para eso fue diseñada, y, es muy probable que el intra-ego de este chaval acosado sea buena persona, pero se ha metido en un círculo vicioso en el que el acosado se convierte en acosador.

A ese chico hay que ayudarle a desprenderse de la armadura, al igual que al resto de acosadores–aunque puede darse el caso de alguien con un intra-ego sea un cabrón para echarle de comer a parte–, y es posible que así tengamos la posibilidad de crear una sociedad más pacífica.

Lo que cuenta es ser naturales, o sea, fieles a nosotros mismos, más cerca de nuestro intra-ego, y así se será feliz, pues nos veremos perfectos.

Comentarios

  1. Pues sí, Pepe, buena teoría para explicársela a Carlos Pérez jeje
    Bueno, bromas a parte, tienes razón, hay que ser fieles a uno mismo por encima de todo y no disfrazar al intra-ego del intra-ego de otros :)

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