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Basado en hechos reales que llevo tiempo observando.

¡Buenas! Como sabrás, un antiguó… ¿italiano? No sé, se llamaba Juvenal, y lo importante es que dijo "Mente sana en cuerpo sano", y por eso mismo, yo que soy más bien sedentario, y para fortuna de algunos, y desgracia de otros–muchos–, soy más de mente que de físico–he de ahí todas mis paranoias, neuras, esquizofrenismos y un largo etcétera–. Así pues media hora antes de que se ponga el sol, salgo un pequeño rato en bicicleta, y de paso hecho alguna fotillo que otra–todas ellas en Facebook–. Y es interesante ver a la gente, mientras me monto una gigantesca paranoia sobre la posible vida de la gente, sobre todo la de uno que me llamó especialmente la atención.

Vale, esto data de un día cualquiera a las 8:30 PM, salgo de casa. Paso por un parque, miles de parejas, cada cual a su manera de ser, de vivir, desde los más reservados, hasta los más extrovertidos que se gritan su amor a los cuatro vientos, a su manera, pero se lo chillan. Grupos en bicicletas, reunidos y sentados, hablando de sus temas, mientras yo paso, por su lado. Gente paseando a sus perros, porque a los gatos no se les suele sacar, cada cual con sus problemas.

Paso por un puente que atraviesa la autopista, y al final de este me encuentro el vigilante de este, y la empresa que está al otro lado. Con un boli traza una pequeña raya vertical en un papel, ¿entretenimiento o mandato? Su oficio, aguantando todo el día el sol andaluz, hasta que finalmente la tarde, con su sol oblicuo, le da un respiro. Mira la gente que va a los jardines, apunta los que pasan en una parte del papel, y en la otra, los que salen.

Y ese hombre, ¿aspirará a algo más grande? ¿Se conforma con el puesto que con mucho esfuerzo le costó ganar en estos tiempos de crisis? Si formara parte de las masas, agradecido de estar recibiendo un dinero al mes, con el que, un mes más, puede mantener a su familia, darles un techo, salvaguardando de que le echen de su casa por impago, o le dejen sin luz. Esa pequeña suma que le permite seguir adelante. 

Buscando la felicidad de sus hijos, de su mujer, aunque el sol sevillano lo abrase bajo el uniforme, o la lluvia le cale hasta los mismísimos huesos, mantiene el tipo. Pero una día de trabajo no es nada comparado con el fin de la jornada, pudiendo volver a ver el fútbol, disfrutar de la comida de su mujer y la alegría de sus hijos al verle llegar.

Esta es una foto que me sacó el iPhone, él
solo, desde el bolsillo estando en la bici.
Eso que se ve arriba son mis pelos, lo negro
es el bolsillo, obviamente , y a la derecha mi
brazo.
No se sabe, ni se sabrá parte de una élite, pues es sólo un peón de esta macro-ajedrez que es la sociedad, jerárquica, que coloca, injustamente, en el poder a los menos dotados de liderazgo, pero más hábiles en elocuencia. No le interesa, ni le ha interesado nunca formar parte de un grupo gubernamental o elitista, se preocupa por lo que más le importa, su familia. Formar parte de las masas es algo banal, pues tiene su vida, simplemente se deja llevar por las circunstancias, partidos políticos le embaucan la vida, creyendo en  opciones buenas para él y su familia, pero no se preocupa demasiado por ello, puesto que él es feliz.

Su misión no es otra que la de terminar la jornada, con ello ya tiene ganado parte de lo que recibirá a fin de mes, mientras al aire libre se entretiene apuntando los que van y los que vienen, ¿qué número me habrá tocado en su amalgama de líneas?  

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