Nos vemos en Oz (si está ebrio)


Imagínese en un lugar en el que usted se encuentra bien, un lugar donde usted desconecta de todas sus preocupaciones y se relaja. Escucha su canción favorita a lo lejos, esa canción que le hace bailar, que le motiva, que le sirve e apoyo en los peores momentos.

¡Buenas! Tengo que hacerte saber que tengo una guerra abierta, por lo que necesitaré apoyo internacional. La guerra es con el odiado autocorrector de Apple, ya que todo el que tenga iPhone o iPad comprenderá porque tengo declarado el estado de sitio con esta maquiavélica, y muy necesaria al mismo tiempo, herramienta. Y es que ¿quién pondría las tildes si desactivo a autocorrector? Por eso me tiene sitiado, porque confunde lo más básico, y como no le des a la palabra en azul, ¡te la cambia tranquilamente!

Y una cosa es autocorrector y otra cosa es una guerra entre países, y no digamos ya lo horrible que es una guerra civil–y no es tanto la guerra como lo que viene después–. Por ello no me gusta sentirme atado a un lugar, además de por la diversidad de sangre que uno con distintas nacionalidades tiene, y esa sensación de apertura, o sea, soy de aquí, pero también de aquí. Esto que estoy diciendo hay gente que no lo entiende, y discrepa conmigo al máximo cuando digo que yo soy sevillano y malagueño. Sí, he nacido y vivo en Sevilla, y me encanta la ciudad, y, de hecho mi familia por parte de madre, hasta bisabuelos, son de Sevilla, pero toda mi familia paterna son de Málaga.

¿Pero 100% andaluz? Para algunos sí, aunque es limitarme mucho, por ello me considero tanto gaditano como cántabro, pero en menor grado que sevillano y malagueño. Pero ahí no acaba la cosa, indagando más en el amplio árbol genealógico tendría que tener en cuenta a mi parte italiana y mi parte filipina. Y ya por etimología de apellidos, Cervera es catalán–pese a no haber llegado hasta el fondo del primer Cervera de la historia–, me considero también, en parte catalán. Vuelvo a repetir que me encanta Sevilla, y no renegaré de haber nacido aquí–que algún loco, o pobre que no me entiende, lo pensará–. Pero tampoco renegaré de Málaga, porque eso me abre las fronteras, aunque sean psicológicas.

De hecho, considero también que se puede usar un gentilicio de un sitio en el que, por el lugar, por su gente, por su clima, por lo que sea sólo por que a uno le gusté mucho, la cuestión es ampliar lo máximo posible la frontera.   

Y recuerda: mientras más raíces tenga un árbol, más fuerte crecerá. 

Comentarios

más leídas