Escrito mañana
Señoras y señores, no quiero un discurso recargado de elementos inútiles como respuesta, quiero que se me escuche. ¡Queremos que se nos escuche!
¡Buenas! Con esto de tener las entradas programadas, tengo un pequeño desfase de dos días desde que escribo la entrada hasta que la publico, porque si pongo todas el mismo día sería mucha lectura mía para una jornada, y sería una paliza, ¿o no?
Por eso mismo, celebraría elecciones, pero como soy el único escritor del blog… y además, ya votamos bastante, con la única diferencia es que yo, bueno de mí, te haría caso y cumpliría tus peticiones tediosamente… Más que nuestros queridos políticos, que pasan del tedio como un corredor de obstáculos pasa una barrera situada en la pista: saltando–y por cierto, que a mi me gusta que critiquéis el blog delante mía, así lo puedo mejorar, como dicen las empresas americanas: una crítica es un regalo–.
Y es que cada cuatro años–cuatro años considerados como bisiestos, políticamente–, vamos, echamos nuestro voto, gana un partido u otro–y salen algunos otros de relleno, pero que ni pinchan ni cortan después, siempre ganan los dos de siempre–, y el político de turno se sienta en su despacho de la Moncloa y lo primero que dice: ¡Vamos a cambiar el país para que sea un sitio mejor! ¡Hagamos real el estado de bienestar! Y este duro sarcasmo lanzado con carácter hiriente a la clase política–aunque no me paren bola–, se le responde con tres puntos suspensivos, o con una risa más sarcástica. ¿Qué quiero decir con esto? Que cuando llegan al poder dicen: ¡A MANGAR! Y esa es la idiosincracia de nuestros amados políticos, traviesillos solamente.
Por que un voto es, según la octava acepción del DRAE, deseo–Hay más, pero es la que más me gusta–. Un voto es un deseo, un sueño. Es ese deseo de un mundo mejor que tenemos, la confianza depositada en uno u otro partido para llevar a cabo la revolución que hará ese mundo mejor. Ese voto que el ciudadano lleva a la urna para decir, eh, que estoy aquí, confío en ti, quiero que hagas lo que has prometido, pues por eso te he votado, y no a tu adversario. Ese voto es la voluntad del ciudadano de cambiar las cosas, o para mantenerlas como están, para hacer el mundo como él piensa que será mejor, y si no gana el que este ha votado, debería poder poner un poco de confianza en el otro partido para ver si es capaz de hacerlo mejor de lo que él pensaba.
Pero no podemos hacer eso, pues para ellos somos solo masas, que no quieren nada más que ser dirigidas, que le dan la oportunidad de ganar más dinero si sale victorioso, mediante la malversación de fondos públicos. Y te digo más, ningún español, repito, ninguno, quiere que se lleven dinero que no les pertenece, ni los que sus votos valen menos, ni de los que valen más–porque esa es otro chiste, que haya personas que por vivir en una comunidad autónoma menos poblada su voto vale más, cuando en teoría España tiene que ser una, entera, con todas sus comunidades, por muy dividida que este. Eso, junto a lo de los escaños, es para troncharse…–. Si un voto es sólo papel higiénico de un político, pasaré de votar, ya que con mi sueño se limpian la parte baja de la espalda.
Lo peor es de todo es que les seguimos dando oportunidades a ellos, seguimos a por los mismos de siempre, aunque, ¿a quién si no? ¿Hay alguno que no se llene los bolsillos con nuestro dinero? Y ¿cómo nos decantamos por uno o por otro? Pues por mentiras. Recuerda esta frase: “Las grandes mentiras sucumbirán a una gran mentira antes que a una pequeña” y no voy a decir quién la dijo, porque, por la forma en la que la dijo te lo puedes imaginar. Y aunque sea dura la frase, es lo que llevan a cabo nuestros políticos.
Pero un sueño no acaba ahí, un sueño no puede morir de esta manera, porque un sueño muere si, y solo si, este se ha hecho real, y no porque un político no haya llevado a cabo su promesa. El sueño seguirá, solo hay que luchar para que se cumpla, y cuidado, políticos que gracias a nuestros votos lo estáis ganando, y bien, porque en el caso de que nos unamos en vuestra contra, no habrá quien os defienda, y esto pasará en cuanto izquierda y derecha vean la situación que hay. Lo huelo, ¿lo hueles también?
Tengo que dar las gracias a gran Tino Tovar porque su chirigota del año pasado me ha servido de inspiración para escribir esto. Dejo aquí el video del pasodoble:
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