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¡Buenas! Cómo pasa el tiempo, hace nada estaba escribiendo “Analice sintácticamente su clave wifi”, y ahora, míralo, por la entrada 50… Pero lo cierto es que hace poco me acordé de cuando fui a Italia, que sería cerca de los 10 años, y la cuestión es que me llamó la atención un titiritero que había en plena Plaza Navona–o mejor dicho: Piazza Navona–, y en esa edad, pues como que intenté hacerme el interesante: Soy un hombre grande, esas cosas no me interesan, en cuanto ahora sería el primero en hacerle una sesión fotográfica, aunque lo mismo no sería tanto por la función sino por el folclore que lleva implícito.

Y por desdicha del destino, solo puedo recordar de esa edad ese viaje–además a la perfección–, y lo digo, no recuerdo París–ciudad que he visitado tres veces–, como Roma, de la cual me acuerdo casi de todo, y no creo que sea por los cerca de cuatro gigas que nos gastamos en fotos, con una cámara, hoy calificada de patetera, de hecho, mi móvil tiene una óptica mejor que esta, con eso te lo puedo decir casi todo, pero aún así, como la esencia de la foto está en gran medida en el fotógrafo, salieron imágenes bastante buenas. 

Es sorprendente cómo nuestra memoria selecciona lo que le da la gana para guardarlo en el para siempre, y lo que no le interesa–¡¡¡¡ANÁLISIS SINTÁCTICO!!!!– lo descarta en cuanto puede–así me va en lengua…–, y hay diferentes tipos de memoria: la visual que casi como que nada, lo ves, y al rato ya como que tienes la forma básica sin todos los detalles, análogamente, el oído y el tacto tienen una memoria parecido, y casi que me atrevería a decir lo mismo del gusto, pues después de todo lo más sorprendente de todo es el olfato:

No podemos recordar un olor así por las buenas, solo esforzándonos, pero en cuanto olemos algo que no es nuevo sabemos que es, por ejemplo te digo, todos los días paso al lado de un bar, maloliente, ¡con el mismísimo olor a la comida sintético-artificial que me ponían en la guardería! Esa cosa, parecida a la comida, totalmente insípida, que es como si con un poco de colorante le darían sabor. Bien podían estar estas cosas hechas en un laboratorio y fabricados posteriormente en serie… Y sólo recuerdo eso de la guardería, la comida sintético-artificial que nos ponían, qué triste…

Pero resulta que la excusa que ponen todos los comedores, escucha, e intenta no reírte: es que cocinar para muchos nuca sale bien. En pocas palabras, mi respuesta:Ja, ja, ja, permíteme que discrepe. A ver, no es por desprestigiar el trabajo, pero tengo que decir que he estado en sitios donde, a pesar de ser doscientos críos hemos comido como en un restaurante.
We don't need no education
We dont need no thought control

No se me olvidará el olor a plástico sintético-artificial de la comida del comedor de la guardería como tampoco el olor a pizzería italiana, y es que el olfato es el sentido que mejor memoria tiene.

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