Viva la botifarra!
La primera vegada que et vaig veure, vaig sentir… sentir… ¡sentí una pesadez en el estómago de toda la comida que me había zampao!
Lo siento, queridos lectores que augurabais un cambio tras los sucesos acontecidos el día uno de este mes, el estilo del blog, pero sigo en mi línea–que es como gusta, ¿no?–, como me gusta decir: "le pese a quien le pese".
Lo cierto es que por estas tierras catalanas, en especial, Girona, donde ahora mismo me encuentro, ha llegado a mi paladar la deliciosa butifarra–o botifarra, como le dicen los paisanos–, una amalgama de carnes bastante rica, que hecha a la barbacoa es, en tres palabras: I, corazoncito, butifarra. Pero tengo un problema, soy un gordo atrapado en el cuerpo de un canijo, por lo que–aunque, para algunos, parezca lo contrario–, tengo mi límite, pero me gusta comer–parte del alma concupiscible–.
No obstante, sé de la existencia de un ser que por más que come, no se sacia, un ser tan glotón que parece tener un agujero negro, oscuro, lóbrego, en su estómago, de manera que todo lo que comen es poco, y necesitan más y más y más, por lo que lo que ingiere es pasado a una cuarta dimensión alternativa de la que no sale nada–ni la butifarra en forma de caca–. Lo peor no es que este no es sólo un ser, son muchos, y la mayoría conviven juntos, comiendo para saciar cualquier cosa, aparte del apetito.
Esos seres capaces de comer donde reina el hambre, e incapaces de compartir su alimento, y luego salen a la calle con la poca vergüenza de de decir que sólo comen ensaladas, lechugas y tomates–a menos que lo coman en cantidades industriales…–y que hacen muchísimo ejercicio, que se queman en el gimnasio–si es levantamiento de vidrio en barra me lo creo, siempre que el vidrio contenga cerveza–.
E igualmente crítico la postura contraria, la abstención de comer por parecerse más… ¿a la momia de Tutankamón? ¿O eso es insultar a su momia? Y, ojo al dato, no estoy criticando la constitución de cada uno, más bien, la actitud que opta con la comida–esta aclaración era necesaria–.
Y no tengo tiempo de escribir más.
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