Su maldito reflejo
El espejo, la entrada a otro mundo, un mundo paralelo, un mundo idéntico al que vivimos y a la vez opuesto, distante y cercano. En definitiva, una contradicción en sí, el único capaz de hacer que puedas mirar directamente a los ojos a la única persona en el mundo cuya mirada jamás podrás cruzar.
Ella se miraba atentamente la figura ante el espejo, mientras dos lágrimas bajaban lentamente por su rostro porque el reflejo le dice que no es bonita. Ella odiaba cada curva, cada kilo que aquella prisión que era su cuerpo. Que si su talla no era la adecuada, que si sus amigas pesaban mucho menos, que si su índice marcaba sobrepeso… Y otras mil razón que hacían que aquella lágrima bajara restregándose por su rostro.
Ninguna dieta le sirve, por más ejercicio que hace los kilos no la abandonan. Se siente sucia, como un trapo al que nadie quiere, por culpa de su cuerpo, por culpa de esos complejos que ella misma ha creado, complejos que jamás debieron existir. Ella culpa a esta sociedad por no aceptarla sin saber que nadie la mira mal. Culpa a una cínica sociedad que tras una sonrisa esconde un sutil reproche a su anchura, mostrándole modelos esqueléticas que mueren de hambre por lucir ese tipo.
No hay ni un día que pase sin que, al subir a su báscula sus lágrimas se suiciden al ver la cifra canalla que la pequeña pantalla de cristal le marca. No pasa el día que no sienta el frío de mantenerse desnuda ante el peso, ante la impotencia que su esfuerzo no ha servido para prácticamente nada. No pasa el día que no se mire, con muchísimo miedo, al espejo sin que este le reproche que no es la más bonita del mundo, que las princesas no tienen esa talla.
Pero mientras sus vestidos apenas cabían en ella, y la tristeza sumía su húmedo rostro entre sus manos, ella no sabe que un joven muchacho, en un rincón del planeta, por ella suspira con la delicadeza de un beso en su mejilla, como si tendiera un brazo por su espalda, un gesto de apoyo, demostrarle que no está sola. Si ella supiera que alguien, por muy fea que ella se vea, daría hasta lo que no tiene por estar a su lado y colmarla de besos.
Si ella supiera lo que ese chico es capaz de hacer con tal de sacarle una sonrisa, la más bonita de las sonrisas que la evada de su trágico mundo de dietas, calorías y tallas demasiado grandes para lo que a ella le hubiera gustado ser, a un mundo donde tan sólo ella y él tuviesen cabida, un mundo sin presiones ni tallas, donde se la acepte tal y como es con esa gran belleza que en su interior esconde y que nadie ve.
Si ella supiera que aquel muchacho bajaría la luna tan sólo por hacer que ella se sintiera tan bonita como él la veía, hacer que ignorara al cruel espejo que solo mostraba la superficie, pero este nada sabe de lo que hay en el interior de una persona, lo único que es verdaderamente importante, lo que no caduca ni el tiempo lo estropea. El espejo no veía todo lo que el muchacho era capaz de ver la princesa que había en ella.
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