Soplos de vida

Tirado sobre la hierba, de una tranquila tarde de verano, de vez en cuando el viento soplaba con fuerza, tal vez con ira hacia algo a lo que mi singular mente de humano jamás lo entendería. Veía los tonos naranjas propios al momento del día en el que el sol se iba a reposar, después de haber visto todas las maravillas que en tan sólo veinticuatro horas caben. 

Tal vez pasaba un avión de cuando en cuando por la enorme cúpula naranja por un extremo que iba degradándose a un intenso azul, un escuadrón de pájaros planeando por encima de mi cabeza formando una V perfecta. Suspiro por la tranquilidad que aquí se respira, sintiendo que el aire que escapa por mi boca ya no me pertenecía, ahora formaba parte de algo más grande, pertenecía a un todo.

Cierro mis ojos imaginándome que yo soy ese suspiro que de mi se acaba de escapar, volando a través del viento, acariciando el alma de todo ser vivo que me encontrara por mi impredecible camino, imaginé ver la mar, el gran espejo donde se reflejaba el astro rey. Siento mi ser fluir por aquella atmósfera tan ligero como si fuese tan solo una mota de polvo que viaja.

Una fina mano translúcida detiene con suavidad mi libre movimiento llevándome a la altura de su cara, el rostro de una bella mujer transparente por donde podía ver a través de sus rizados cabellos al viento y su risueño semblante la puesta de sol. Tan grandes me parece su cuerpo comparado con mi pequeño tamaño, mientras ella flota en el aire tumbada con una pícara sonrisa dibujada en sus labios.    

Como si fuera a darme un beso, una fría brisa sale de su boca, y en un soplo de vida comienzo a volar sin rumbo, como a la deriva, por encima de la mar a una velocidad vertiginosa. En un impulso alzo una mano para tocar el agua de la mar, que crea una V de agua que se va retirando por mor de mi mano que la atraviesa como si fuera un cuchillo.

De pronto, sin que yo me lo esperara, de la mar miles de globos de colores, de todas las formas posibles, emergieron inundando el cielo de múltiples y vivas tonalidades bañadas por la luz naranja del atardecer. Caen pequeñas gotas de la superficie de los globos que van a parar a la mar, sin que estos pararan de salir de las doradas aguas alzándose más y más alto. Yo estaba en plena amalgama de color y luces sin apenas concentrarme en nada, disfrutando de aquel magnifico momento.

Flotando junto a mi aparece de nuevo aquella chica transparente, ahora de mi tamaño, moviendo los brazos, estirándose. Su mano se acerca a la mía, por ella puedo ver el verde, azul, rojo, rosa, amarillo de los globos que salen de la mar, cojo su mano y veo sus ojos, que aunque translúcidos mantienen un brillo que incide directamente en mi alma, y en ella veo un espíritu dueña de su libertad.

Sus pies rozan las aguas de la mar mientras su mirada se cruza con la mía, mientras sus labios me nublaban la mente mientras me piden un beso. El sol se está ocultando y la brisa aún es cálida en el momento que tus labios con los míos se juntaron… 


Me despierto de aquel bonito y fantástico sueño, en la misma colina donde me había quedado pensando en que yo era un suspiro, mirando el cielo naranja. Ya ha anochecido, y miles de estrellas salen a celebrar una nueva noche. Junto a mi, tumbada sobre la hierba de la colina estás tú, la misma chica transparente de mi sueño, iluminada por la luz de la luna. Con un pequeño beso en la mejilla me das la bienvenida de nuevo al mundo real. Debe haber una confusión, porque estar a tu lado bien parece un sueño. 


Comentarios

más leídas