Lo que realmente pasó

Todo el mundo sabe lo que pasó, pero nadie es capaz de decir si pasó de verdad o no.


En uno de mis viajes temporales fui a la Alemania del Tercer Reich con el propósito de cargarme a Hitler, porque desde que salió presidente sabíamos todos que la que iba a montar era “menua”. Sin contar con que Magneto estaba encabronao con él y así vencerlo antes, fui sólo con un pequeño ejército de robots calamares asesinos de Mátrix, y a Morfeo no le hacía mucha gracia que usara los robots contra los que estaba luchando, pero claro, contra Hilter le daba un poco igual, de echo se nos unieron unos cuantos países por medio, con los ingleses, franceses, polacos, y la unión Soviética.

HAL 2001 fue el comandante jefe de toda la brigada, y pasando de Polonia a Alemania, en uno de los puestos fronterizos, llevábamos a Hannibal Lecter con nosotros, además con hambre, y claro, ¿qué le podemos dar a un chaval que no le gusta nada? El tío empezó a mirar a uno de los oficiales y… la lió. Dejando el cadaver de los guardias que Lecter se había comido bien puestos para que Hilter no se diera cuenta, pero no sirvió.  Se encabronó con los polacos. Y la alta traición de los soviéticos que los invadieron por el otro lado para que nadie se diera cuenta.

A la desesperada, lanzamos una ofensiva a Perl Harbor, porque Hitler, aliado con Freddie Kruger, estaba ya dando mucha lata, obviamente nos dimos cuenta después que eso no era Alemania. Los estadounidenses se confundieron y creyeron que esos ataques fueron de Japón, porque la Perla Negra, tripulada por Jack Sparrow, parece japonés… o eso le pareció a ellos. Así Estados Unidos entró en la Segunda Guerra Mundial, craso error, porque ellos tenían a IBM, y los replicantes de Blade Runner.

La que habíamos liado era buena, pero  ahí no estaba estaba todo perdido, sabíamos que la respuesta estaba en Italia, que, aun perteneciendo al Eje, había alguien que podría detener todo aquello. Para ello fuimos directos al sur de Sicilia, a un pequeño pueblecito llamado Corleone, allí nos encontramos con el gran Vito Andolini, más conocido como Don Vito Corleone. Le preguntamos a El Don si podía mandarle algo a Hilter, una cabeza de caballo o cualquier sicario de los que trataba. Pero estaba un poco mosca con nosotros porque los estadounidenses estaban enfadados con los japoneses, y no quería que atacaran a los creadores de la canción de Heidi. Pero como Gran Don nos dio una valiosa información: se iba a montar gorda en Normandía.

Nosotros, que nos apuntamos a un bombardeo, nos dirigimos a Normandía con la velocidad del rayo, con un escuadrón de Herbies, el coche fantástico, y, en mi caso en el Delorean de Dock, de alguna forma viajé al pasado. Llegados a ese punto, nos resultó imposible confundir a los nazis de los aliados, porque unos iban disfrazados de ancianitas o los aliados de enfermeras sanguinarias. El general de los nazis, Saw, carente de estrategia fue derrotado por los aliados en uno de los más famosos desembarcos, protagonizados por el Titanic, con miles de militantes Na’vi.

Los americanos, ya cansados de tanta guerra, entraron en Europa, liderados por Norman Bates y su madre, consiguiendo la rendición de las tropas alemanas en Italia, pero aún así, Saurón se replegó hacia el norte con el ejercito de horcos. Nuestra decepción vino cuando nos enteramos que Hitler se había suicidado al ver que el anillo nunca sería suyo, y bueno, porque no quería ver al agente especial Clarice, del FBI, con la que tenía un romance secreto, y no quería que Eva se enterara, aun así, ella estaba liada con Wall·E, un basurero más dotado que Hitler, fiel compañero de Jack Torrance, después de volverse loco en el hotel Overlook.

Por la parte japonesa se rindieron cuando un avión (Enola Gay) pilotado por Chewbacca lanzó la conocida bomba atómica, reflejando el escalofriante rostro de Monserrat Caballé en la isla de Hiroshima y la cara de Raphael en Nagasaki, y los nipones se rindieron incondicionalmente, temiendo que la soprano los devorara a todos. 

Tras este pequeño altercado que formamos, cayó sobre el continente viejo una ferrea cortina que lo dividió para siempre (hasta 1991), que ni V, ni el profesor X pudieran traspasarlo, pero sí Máximo Décimo Meridio, que por eso era uno de los grandes. Forest Gump propuso crear una organización de naciones unidas para evitar una nueva gran guerra, llamada ONU.


Toda esta historia no tendría sentido sin el agradecimiento especial a uno de los grandes de esta historia: Sir Wiston Churchill. Con la colaboración de Alfred Hitchock.

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