Continúe por el camino de la doxa amarilla


Detalles a saber: doxa es como opinión en lo que creo que era griego antiguo; para Parmenides está el camino de la doxa, la opinión, que es el camino fácil, y el del episteme, que es el del saber, el del ser.
Tras esta pequeña introducción: ¡Buenas! Confío en que todo este bien por donde vivas, por aquí por España ha hecho un poco de viento en general por toda la península, creo. ¿Recuerdas el cuento del Mago de Oz?–no confundir con Mägo de Oz–, pues te digo, si te acuerdas del cuento, o la película, te acordarás que había una serie de monigotes que le decían a Dorothy que siguiera por el camino de baldosas amarillas, o en VO: The yellow brick road. Y escuchando Mägo de Oz me he acordado de estos monigotes, y como no, lo mezclo con Parmenides, que decía las cosas claras: Lo que es, es, y lo que no es, no es–de ahí se sacó los de one thing is one thing, and another thing is another thing, no como Descartes, que dijo que no sabía si existía la realidad. La realidad es, ¿no? Luego cómo lo que es es, entonces la realidad es y por tanto existe. Deduzco por la cara que se te ha quedado, lector mío, que no te has enterado de nada, pero bueno, yo sí que me he entendido, por eso no te preocupes.
La doxa trae consigo el cotilleo, y el cotilleo trae siempre un secreto que no debería ser contando, pero en el momento que se cuenta ya es cotilleo, todo en clima de secreto, para que nadie se entere de que le estas contando un secreto al otro. Me he fijado en esto con las marujas del barrio, como te he dicho, por aquí ha hecho un viento como un demonio, y ha tirado la mitad de las plantas del jardín, así que mientras tiraba todos los ramas rotas y tal me las encuentro hablando primero en una esquina, una iba relativamente arreglada, y la otra iba en bata, rosa chillón–que me empezó a doler la vista–, y en zapatillas, de gatitos. Y como el contenedor estaba a mitad de camino, apenas se percataron de mi presencia. Aún así, escuché lo que había hecho el hijo de la Pepa–no le basta a la pobre que el 19 de marzo va a cumplir 201 años… como para que su hijo haga cosas malas, o dignas de cotilleos–. Pero eso no es lo mejor: al hacer el segundo viaje, para seguir tirando ramas, me las encuentro en la puerta de una casa más próxima a la mía, a esto de mitad de camino al contenedor, por lo que tuve que pasar al lado de ellas, y cuando me acerco un poco más, la que iba más arreglada se acerca a la de la bata y le agarra fuertemente un brazo y empieza a decirle al oído cosas así, para mi sin sentido, pero se ve que sería de una relevancia tal que una se quedo muy sorprendida diciendo: no me digas. Y en cuanto me aleje un poco más volvieron a su distancia anterior a cotillear a voces. 
Esto me hace pensar–and it makes me wonder, como en Stairway to heaven de Led Zeppelin, me encanta esa canción, es una de las mejores–, la preocupación de esas dos señoras para que yo no me enterara de lo que hacía o dejaba de hacer el hijo de la Pepa, como si a mi me importara tanto. Con eso quiero decir que a mi los cotilleos ni me van ni me vienen, y mucho menos si se tratan de alguien que no conozco, pero me hace gracia ver como la gente se empeñan en bajar en excesividad el tono cuando pasas por su lado, para que no te enteres, es más, yo he ido a veces paseando con auriculares y la música alta alta, volumen 30/30, porque era una canción de Pink Floyd, o Nirvana, vaya, que se oía desde fuera, y ver un grupo de dos o tres que se acercaban más de lo que estaban para murmurar sobre lo que estuvieran cotilleando, como si yo fuera a Fulanito a contarle los que dicen de él a sus espaldas. Luego es cierto que yo soy bastante ingenuo, así que cuando le digo eso a alguien me suelen decir: "Pepe, tío, seguro que estaban hablando de ti y de lo mucho que le gustabas a esas" quien sabe, siempre será un misterio que no me interesa en excesividad.
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Esto me recuerda a que, esperpenticamente, ayer hablando de música con un amigo me dijo: "Ay, Pepe, cuando te va a gustar el regueton" ya verás,  el regueton a mi no es algo que me guste mucho, principalmente por la letra de sus canciones, repetitiva, algo superficial, y ¡¡les falta guitarra eléctricas!!. Como sabrás mis gustos musicales van por la rama de rock, según iTunes y sus recomendaciones: Hard rock clásico. Canciones de más de tres minutos con la filosofía del grupo en ellas–¿Has escuchado Hurricane de Bob Dylan? Pues me encanta–. Disfruto de la música como el que más, sin embargo me gusta más el, sonido de una guitarra, una batería, etcétera, y las canciones de amor, mientras más fuerte suene la guitarra más pasión hay, al igual que con los temas de denuncia social. Sé que es una moñería lo que he escrito, pero hay más episteme en el rock y más doxa en el regueton. 
Y digo más, ambos estilos son igual de buenos en sus respectivos intervalos de definición, así que creo que no me dejo en el tintero. Sólo me queda decir que esta entrada la iba a dedicar a escribir sobre el título del blog, pero se me ha ido la olla con las marujas, la siguiente ya sí que sí.
Ciao!

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