Si carece de libertad, siga leyendo:


Comienza la segunda evaluación, los bajones empiezan el siguiente lunes, de momento voy bien, salvo porque el profesor de filosofía (y tutor de mi curso, pero mío no, eh, solo porque yo lo digo) ya nos ha dicho literalmente que vayamos pensando que asignaturas dejamos para septiembre… ¡En Enero! Vaya, que piensa mandar a pocos a selectividad–Y sí, ¡lo pongo para que lo lea! (Por eso no puedo criticar nada :P)
¡Buenas! ¿Cómo ha ido el primer día del año? Por mi parte bastante bien, pero no sé si tú al igual que yo estás en un instituto que por disciplina llegan a Pernambuco. Ahora bien, quería hablar de la libertad, esa cosa que “tenemos” pero como no sabemos muy bien lo que es, es como si no la tuviéremos, o la tenemos a parte, o la tienen algunos y otros no, o… yo que sé. Hay quien cree que la libertad tiene que ver con la anarquía, he llegado a escuchar: “Yo hago lo que me da la gana, porque soy libre” Sí, en serio, un moco de 9 o 10 años (Le miré fijamente y le di unas palmaditas en la espalda, diciéndole: sí, como te llames, sí…). Luego en cuarto, cuando se daba ética y tal, te dicen que tu libertad acaba donde empieza la del otro, ¿dónde? Allá por Santander empieza y en Sevilla acaba, digo yo.
Diversas opiniones, y casi todas sin sentido–es como el tiempo: ¿Qué es el tiempo? Pues, espera, me tomo seis o siete cubatas y te digo…Pues con la libertad más o menos lo mismo–. Y me preguntarás: ¿El cubata da libertad? ¿Es el cubata el arjé? Pues a lo primero te puedo decir que si tu mente te cohibe, sí. Pero en un principio no (Ahora en serio, emborracharse no es bueno). Y con respecto a lo segundo: preguntar a Platón o Parmenides, que algo saben del tema. Pero claro, la libertad se puede quitar, básicamente en una decisión, una decisión te quita la parte de libertad de las opciones no tomadas. Vaya rollo, ¿no? Pues en parte, porque a mi me gustaría escuchar a la vez Led Zepelin, los Beatles y Pink Floyd a la vez, pero si lo escucho a la vez creo un potingue impresionante con todo sonando a la vez que me destrozaría los tímpanos, así que en ese caso, prefiero perder ese cacho de libertad que pierdo escuchando primero una y luego otra. Pero, sin embargo, ponte en el caso de que te dan a elegir dos cosas: viajar a San Francisco, o viajar a Estocolmo, por ejemplo, aquí si vas a no, no vas al otro, y si vas al otro, no vas al uno; y así indefinidamente. 
si eso es respeto, yo soy una piedra
Este soy yo: Qué guapo he salido xD
Otra pregunta que me viene a la cabeza es: ¿Las obligaciones te quitan libertad? Otra vez, sí o no. Si es una obligación estúpida puesta por el gobierno de turno y la maquiavélica compañía de telefonía. Ya verás, creo que tenemos nuestras obligaciones naturales, y entre ellas el respeto al otro–pero ojo, no el respeto y la tolerancia que dicen los políticos; Si eso es respeto, yo soy una piedra–, así que ¿por qué no puede vivir cada uno acorde a su pensamiento? Pues por eso mismo, si la gente no respeta a los demás… vamos listos, tío… Luego entonces ¿qué es lo mejor que se puede hacer? Ni idea, escurrir el bulto–como vivir en la Luna, por ejemplo–, enfadarte y no respirar, o aceptar las  condiciones han sido impuestas para tener libertad. 
Si no se metiera las narices tanto en la vida de los demás, (y los demás respetaran al otro, MUY IMPORTANTE) las cosas serían más viables, o bien, no prestar atención a las patochadas que dicen sobre la libertad, los derechos y las obligaciones, y seguir tu vida, que es muy corta para ponerse a pensar ahora que si tengo derecho a, que si tengo la libertad de, o estoy obligado a, tú a lo tuyo, que mientras nadie meta las narices, puedes vivir bien.
Me recuerda un texto que he tenido que traducir hoy en inglés, acerca de un niño afgano que le gustaba la poesía, pero su padre–si Baba significa padre–no le hacía gracia que su hijo leyera libros de poesía–también el niños se podía haber buscado otro tipo de libros…–, y lo intenta meter en equipos de fútbol, lo lleva a partidos, etcétera. Comprendo al niño, no por la poesía, sino por el fútbol–nunca me ha gustado en excesividad, y mucho menos comprendo el afán ultra por los jugadores de fútbol (los califico casi como políticos, aunque más honrados), pero tampoco me desagrada, prefiero el ciclismo, o la natación, pero no verlo por la tele (ese es otro tema, la tele no me gusta, excepto cuando ponen películas)–. Comprendería mejor el sufrimiento del chaval si yo hubiera sido obligado a jugar, jugaré cuando me salga de los coj…de las narices. Ya sabes, si tienes un hijo, déjale si le gusta la poesía–aunque seas como yo y no le veas sentido–, o si quiere ser polit… no, si quiere ser político recondúcelo por un camino más apropiado.
Creo que con esto no me dejo nada en el tintero, así pues, me despido hasta la siguiente entrada, que espero que pueda dentro de dos días, porque con esto del instituto, con selectividad a la espalda… sacaré tiempo, no te preocupes. Arrivederci!

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