Una mirada retrógrada

Mi filosofía personal, mi forma de pensar profanada por aquellos que sin información alguna de lo acontecido se atreven a sentenciarme como quien no soy, insultar sin olvidar que ellos no pueden ser insultados, imponer su opinión alegando que tienen un punto de vista humano de la situación, una mejor moral… en plena decadencia.

No hace mucho conducía un coche sin espejos, en el cual para ver la parte trasera debía girar la cabeza como si de un búho se tratase, todo estaba bien pensado para mirar lo importante, la carretera que tenía ante mí. En lo que para otro pudiera ser monotonía, para mi era plena pasión, una pena tener que compartir ese gusto con otros insensatos edipistas, sedientos de adrenalina. Estaba claro que mi forma de llevar el coche era "Vive y deja vivir", una corriente de pensamiento que muchos parecen desconocer.

No se puede avanzar sin retroceder me habían dicho miles de veces, el sabio refranero popular volvía a acertar, tenía que dar la vuelta para llegar a la gasolinera, pues mi viejo amigo lucía el logotipo de un surtidor, estaba en reserva. Parecía que esa pequeña vuelta atrás no me sentaba nada bien, el servicio carecía de pestillo y la gente tiene una tendencia natural a abrir las puertas que están cerradas.

La falta de papel se compensaba con el número de moscas allí defecando conmigo, con más mugre que cerámica en la taza, lleno de restos humanos, era imposible sentarse, sin contar los movimientos típicos de Bruce Lee que tenía que hacer para poder cargar a gusto. Qué facilidad tienen muchos en esas condiciones soltar su opinión, total, no necesitan procesarla mucho, pues ya se tragan los pensamientos masticados.

En aquel intocable servicio caí en la cuenta lo que estaba haciendo, lo que llevaba haciendo durante años. Estaba huyendo, buscando un sitio mejor, continuamente en marcha para que unos necios que ya ni estaban en mi camino, ni siquiera compartíamos carretera, ¿porqué huía entonces? ¿Costumbre? ¿Rutina? ¿Acaso no tendría que soportar más y más gente así o peor adonde quiera que fuera?

Los mismos que con un brazo te abrazan y que el otro te apuñalan conforme sus presencias cambiaran, gente costumbrista que van de liberales pero tan inútiles como un papagayo que canta lo que memoriza y no aceptan nuevas ideas, pensamientos, gustos diferentes. Pero comprendo que en adversidad de opiniones quieran salir victoriosos, pues han dedicado tiempo a pensar y han llegado a una conclusión que parece lógica, ¡y ellos solos! Un momento de lucidez en una mente oscura.

¿Gracias por hacerme como soy ahora o por desaparecer de mi vida? ¿Cómo decirlo sin que suene sarcástico? Me conformo con que este escrito nunca llegue a las manos de quién una vez me hundió en la miseria, pues si se acordaran de lo que es leer, si llegaran a eso, no sabrían captar el sentido. Atrincherados en la ignorancia grabaron a fuego en mi memoria cosas que si algún día consigo olvidarlo, me libraré de un gran peso de encima.

El grupo de débiles van a por el fuerte, el rebaño salta de forma natural contra la oveja negra, la que amenaza con derrumbar los pilares de su pútrida sociedad, porque a los del alto mando no les interesa que alguien piense por sí mismo. Pediría perdón a todos los que de mi lado estuvieron, pero bien podéis aventurar que no soy el mismo desde que comencé mi huída.

Ser otro significa no mirar atrás, o eso creía. Ser otro es poder mirar atrás con plena indiferencia, tratando a todos los que un día me hundieron como iguales que, entre ellos, son. Pero no hace falta estar continuamente removiendo el estiércol, y recordándome lo hipócrita que soy por no sonreír ante tanta desgracia, pues también existe el infierno psicológico, y ese ya lo he conocido.

Todo aquello sin saber que la felicidad no era un concepto, sino que tenía nombre y apellidos. 



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