Por la cabeza
¿Nunca has mirado a una persona directamente a los ojos y te has preguntado qué se le pasará por la cabeza? ¿No te habría gustado saber la emoción que predomina en un momento determinado de su vida? ¿No te gustaría saber cuales son sus recuerdos «esenciales», aquellos que marcaron su personalidad tal y como es hoy día? Vale, admito que tal vez esto parezca un poco obsesivo, pero cada persona es un universo, y cada emoción es un mundo que cada cual la vive a su manera.
Si estuviésemos en una playa, nuestros recuerdos serían todos los granos de arena que la forman. El mar se encarga de desechar los recuerdos más antiguos o los que él piensa que no nos sirven, como lo que hemos comido esta mañana, o el número que nos ha tocado en la cola de la frutería. Hay recuerdos especiales, tan grandes como rocas, y cada uno de un color y una forma, ¡como las emociones que predominaron cuando este se creó!
Cada uno de nosotros tendría una playa donde almacenaría los recuerdos de toda una vida. Los que se vivieron intensamente, los que ocurrieron con más desgana, los alegres, los tristes… Siendo tan complejos y estando tan bien organizados, mentalmente hablando, es normal que sienta curiosidad por cómo, desde el punto de vista de sus emociones, ven el mundo los demás, por qué son como son y no de otra forma. Después de todo, no somos máquinas pensantes que aprendieron a sentir, sino seres emocionales que aprendimos a pensar.
Quizás si nos preguntáramos más a menudo qué se le pasa a otra persona por la cabeza este mundo sería más humano. Tal vez el hecho de entender mejor a quien nos rodea, comprendiendo sus motivos y circunstancias, nos haría más felices a todos. Aún así, hay quien no sabe que la felicidad no se logra nunca a consta de otro. La que se consigue a consta de otro, dura lo que a este la desdicha. Tal vez este mundo sería un poquito mejor.
Quizás dejaría de haber peleas violentas y podríamos apartar el egoísmo para dar paso a un desinteresado altruismo. Si por un momento viéramos a las personas como seres humanos de verdad, con sus emociones y sentimientos, tal vez en los colegios habría menos niños huyendo de matones. Niños diferentes que son víctimas de un acoso continuo por el hecho de ser distintos. Matones que a sus espaldas cargan con los gritos de un padre o unos amigos que dan miedo.
Quizás si cada hombre que amara a su mujer viera en ella la compleja trama de emociones que guarda en su interior no se atrevería a pegarla. Maldita la hora en la que se le olvide todo lo vivido con ella, maldita esa hora en el que se esconda tras su puño. Los recuerdos alegres de dos novios que se querían con locura se tornan tristes y amargos. Todo el amor que sobre él se volcara se vuelve odio, odio de todo aquel que lo conozca.
Mientras siga habiendo guerras donde se manden a matarse a jóvenes que no se conocen para resolver las trifulcas de viejos que pocas veces han hablado. Mientras haya terroristas inmolándose por una quimera. Mientras el sol de la mañana siga siendo un calvario para un niño que no quiere ir al colegio. Mientras que en la cara de una mujer luzca la triste huella candente de la mano de un mal hombre, este mundo seguirá estancado en una sociedad que prefiere ver objetos donde hay personas.
¿Nunca has mirado a una persona directamente a los ojos y te has preguntado qué se le pasará por la cabeza? Pues se le pasan pensamientos tan diferentes y tan iguales a los tuyos, emociones que también has sentido. Cada persona es un universo, y eso es genial.
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