La noche es oscura
Cuentan historias pasadas de brujas que se reunían en aquelarres, de templos malditos por las mismas criaturas de que habitan la noche, bosques donde ni la luz se atreve a entrar y mares donde los justos van a morir sin mayor gloria. Historias de eternidad que acaban, de canciones y suspiros que tararean como un himno a la esperanza o a la desesperación. Cuentan historias de tiempos tan lejanos que ya todos lo olvidaron. Tiempos oscuros, tan oscuros como una noche sin luna.
Un viento gélido del norte que acaricia el rostro colmado de sudor. Una bruja del este y otra del sur que con sus escobas sobrevuelan las llanuras de mar sin una gota de agua. Nubes negras que predicen la tormenta que está por venir. Que está por caer. El sol oculto tras estas ya roza la línea del horizonte del oeste. La noche está cerca. La oscuridad se cierne sobre el cielo como antaño lo hizo. Se escuchan lamentos, susurros que se van adonde el viento los lleve.
La lluvia gris tiñe de los troncos de los árboles de un color oscuro. Sobre la tierra los pétalos pisados de una margarita deshojada. Me quiere. No me quiere. El petricor se hace omnipresente ante todo olor. El recuerdo constante de un pasado que se difumina como una huella en el barro, mojado por la lluvia. Las risas macabras de las brujas resuena en las cabezas, que suplican que huyan. ¿Huir, adónde? El bosque canta al son de las gotas de lluvia cayendo sobre sus copas.
Un pequeño farolillo por cada esquina los libra de la completa oscuridad. Tal vez una lejana luz al fondo, de otro poblado al norte, o el leve resplandor de un sol escondido tras el oeste, pero nada más. Se escuchan ruidos. Pisadas lentas y pesadas que se acercan de esa manera tan particular que eriza cada vello del cuerpo. Las historias pasadas se tornan presentes, las leyendas en hechos y los mitos cobran vida. Las almas muertas salen del bosque en la noche, vagando por el mundo. Llanto quejumbroso de ánimas errantes.
Gruñidos de fieras que se alzan en la oscuridad. Una sombre blanca se mueve entre la arboleda. ¿Un fantasma? ¿Una criatura de la noche? Quién sabe. La respiración pesada. El constante movimiento del fuego en el farolillo crea espectros donde sólo hay ramas. Un dios antiguo que volcó su alma sobre la tierra que ahora pisan, de la que manan sombras. Cada flor se encogió sobre sí misma evitando ver los horrores de una noche sin luna. El verde de las hojas se vuelve gris con el contacto con la lluvia.
Frío que se abriga en el calor de los cuerpos que vagan por la noche, congela cada gota de sangre de los vivos que merodean el bosque. Calor que huye como alma que lleva el demonio de las garras del frío. Risas de brujas se escuchan por las alturas. Gruñidos casi infernales, criaturas de la noche sobre la tierra. Gusanos que son echados de la tierra que habitan. Tal vez el miedo empuje su éxodo, tal vez una promesa de salvación. Murciélagos volando caóticamente, nerviosos.
Aúlla el lobo a un cielo nublo, a una quimérica luna que hace el amor con el sol más allá del horizonte del oeste. Reúne el macho cabrío en aquelarre a toda bruja que esté dispuesta a actuar en su nombre. Ante él se arrodillan, aumentan su poder. Maldicen los dioses de la oscuridad a un mundo que bajo sus sábanas les rezan a la luz para que la noche pase pronto. Huele a miedo, llantos temerosos se propagan por el aire.
Canciones entonadas por gargantas que ya no respiran, anuncian la llegada de una noche eterna. Ríos sin fin que no desembocan en mar, por donde pasean ninfas que arrastran a caballeros a su muerte. Duendes que custodian un tesoro con la perversidad. Caldero que chorrea un brebaje, pompas que estallan lentamente al calor de la lumbre. Pócimas que predicen un futuro que se muestra incierto. El vago recuerdo de un hechizo que sume a todo el que lo oye en un profundo sueño. La brujería reina la noche.
Nada mueve a los habitantes del mundo a salir. Nadie habla, nadie intenta hacer nada. Los vendedores de humo, que quisieran intentar sacar provecho de la noche, no salen de sus casas. El corazón helado de quien deja su morada para unirse a las criaturas. Conspiraciones en idiomas que nadie habla, que nadie entiende. Versos negros escritos en cada puerta, oraciones que alejen el mal. Espectros negros encapuchados vagan por las calles de las aldeas. Nadie quiere salir de las camas. Nadie cierra los ojos.
Cuentan historias pasadas, leyendas de eternidad que nunca mueren. Tiempos lejanos los que ahora se funden con el presente. Relatos del folclore que narran los mayores asusta a los pequeños, que se esconden bajo las sabanas. Comienza una noche que no tiene fin, una noche como nadie la recuerda. Trae contigo las ganas de vivir, que te van a hacer falta. La noche es oscura y alberga horrores.
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