La Senda del lobo

Un giro de 90°, no más, bastó para escuchar ese gruñido inicial, tantas veces oído, pero esta vez lo escuchaba diferente, algo había cambiado desde que lo cogí por última vez, parecía sonar… mejor. La radio fue lo siguiente que se encendió, sin apenas prestarle atención, comencé a tararear la canción que estaba sonando, Boston, con More than a feeling.


Amanecía en la ciudad, la gran esfera solar se comenzaba a alzar sobre el horizonte, en ángulo llano, a pocos minutos de que empezara el infinito atasco de todos los días, tan normal, tan nuevo… Apretar el acelerador para salir cuento antes de aquel espacio vectorial parecía lo más adecuado, y así llegar antes a… prácticamente ninguna parte, pero lejos de aquella gran matriz cúbica de edificios y rascacielos, aquella gran amalgama de rectas infinitas donde el valor de y tiene su correspondido en x, con miles de puntos de convergencias entre todas sus calles. Deseando salir por la tangente.

La anhelada carretera se hizo presente en la zona límite, en un vértice de la ciudad. Aunque, al salir, ya se podía ver el gran semiplano de los campos de cultivo, o dejaba ver la forma sinusoide de la carretera, con esas grandes curvas. Mientras aferraba con fuerza el volante, veía los tonos anaranjados y rosas del cielo, con una saturación de color elevado a la máxima potencia, volviendo toda la carretera y el paisaje del mismo color.

Pero algo en la carretera me hizo reducir la velocidad. Había pasado muchas veces por aquella vía, pero nunca había visto aquella salida, además había un gran cambio en el paisaje, como si la campiña por ese camino se convirtiera en montaña. Aparqué el coche en el área de parking a la derecha del camino, presionando el mando a distancia para que las ondas de radio ordenaran al vehículo bloquear las puertas. Mis pies se movían solos, embriagados por aquel paisaje. Una bella senda con grandes árboles de hoja caduca, con tonos anaranjados, exaltados por la anaranjada luz del amanecer.

El suelo estaba completamente cubierto de hojas caídas durante mucho tiempo, a la derecha la montaña parecía alzarse hasta el cielo, mientras que por la izquierda un profundo valle, en el fondo se escuchaba algo… un sonido muy especial, con el que me sentía muy cómodo, un sonido relajante: el agua de un riachuelo, el cual parecía estar lleno de vida. Las gotas del rocío aún descansaban sobre las hojas. No se oía la carretera, ni olía a contaminación, se respiraba airé puro, llenaba mis pulmones, los vaciaba. Por encima de las altas copas de los árboles, cada cual diferente, cada uno especial, soplaba un suave viento que hacía sonar sus hojas.

La sensación que en aquella senda se experimentaba no podía describiese con palabras, el tiempo dejó de ser tiempo, todo lo que había detrás de mi, la ciudad, los coches, el ruido, la contaminación, etcétera, quedaron atrás. Una suave brisa acariciaba mi cara, con cierto olor a madera, tierra mojada y un toque de musgo, penetrando en mis fosas nasales, embriagándome. Es como si poco a poco me transformara en un lobo y comenzara a formar parte de aquella naturaleza tan virgen, tan pura.

Conforme el sol subía, el naranja fue dejando paso a las tonalidades verdes de las hojas de los árboles, un verde tan natural, tan puro, tan salvaje… Corriendo de un lado a otro, como un lobezno en sus primeros meses de vida, investigando todo cuanto veía, saltando de piedra en piedra, jugando con las hojas caídas de otros años, aún en el suelo, escucho algo, un sonido que me es muy familiar, el majestuoso piar de un águila que sobrevolaba toda la montaña, con sus alas expandidas se superpuso al sol, creando una memorable imagen, el contorno del águila en la esfera blanca.

Inesperadamente, el águila baja de los cielos y exhibe, admirablemente, ante mi, su plumaje de un inmaculado blanco. Me mira como un ángel que ha descendido del cielo, y, en un momento, me doy cuenta de que verdaderamente lo es.

Comentarios

  1. Por favor, qué bonito. Me ha encantado. Deberías publicar más historias o cuentos cortos. Espero que ésta sea el capítilo 1 de una gran historia.

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    1. Muchas gracias, y así será: lo mejor está por llegar, como en toda buena historia

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