Nadando en una pecera
Vivo en una noche que se resiste a ser mañana. Unas doce menos cuarto que no quieren pasar a la medianoche que de pie a un nuevo día. No sé hacer otra cosa que mirar el reloj, un tiempo que no quiere pasar. Ni siquiera los juegos más simples del móvil hacen de distracción para una verdad que se hacía presente cada golpe del segundero: tú ya no estás. Suspiro mirando el reloj, pensando en los días que quedan hasta vernos. Me empieza a pesar el «hasta mañana».
Quizás en el momento amargo de la despedida nadie es consciente de lo que está sucediendo. Yo por lo menos no lo era. Sabía que no estarías más. Sabía que, aún estando lejos, afortunadamente podemos seguir en contacto, que tenemos la posibilidad de hablar por miles de aplicaciones en nuestros móviles. Sabía que te iba a echar de menos, tanto que no veo fin a nuestras conversaciones y espero la hora en la que poder hablar contigo. Pero no sabía que iba a echar en falta tanto a tu persona.
Sigues muy presente en mi vida, pero de una forma tan incorpórea. No me gusta tener que estar dependiendo de una cobertura móvil o de un wifi que avanza a duras penas. No me gusta que haya retrasos en tu voz o una distorsión de tu imagen. No me gusta ver tu sonrisa tras esa capa pixelada que me impide ver cómo es tu cara, tus expresiones, tus pequeños movimientos que tanto te definen. Imagino cómo tras cada mensaje está tu voz redactándolo.
Mi vida se ha tomado un respiro desde que te has ido. Es inevitable decir que no es la misma, y aunque estoy feliz, siento que faltas tú. Gracias a mis amigos el tiempo sigue pasando, el mañana se deja esperar por mor del presente. Un presente del cual me encantaría conservar ciertas cosas para cuando tú vuelvas, para poder disfrutarlas en pareja, sin dejar de hacer esas cosas que tanto nos gustan, como una nueva escapada a Sanlucar, o meternos nuevamente en la cocina.
Tengo por seguro que tu vida tampoco es como la de antes. No verás las cosas de la misma manera, tu mente se habrá abierto más aún y se habrá enriquecido de conocimiento y nuevas culturas. Es algo por lo que me alegro muchísimo por ti, aunque me encantaría poder estar disfrutándolo contigo. Estar a tu lado en todo momento. Cuando de nuevo estés aquí, cuando la aguja de los minutos toque las doce, sé que aportarás mucho a nuestra vida.
Pero mientras, ¿adónde irán todos los abrazos que me quedan por darte? ¿Dónde se refugiará cada beso que no puede salir de mi boca? Cada caricia, cada gesto, cada mirada que no recibo, que no entrego, hacen que el segundero retroceda. Que cada vez sienta que queda más tiempo para el mañana. Siento ganas de rodearte con mis brazos pero tan sólo queda tu proyección en la pantalla del ordenador. Siento que he de besarte pero sólo el frío vidrio roza mis labios.
Tan sólo un mes ha pasado, tal vez no muy largo, quizás sólo una de las tres eternidades. Quiero que el tiempo pase rápido. Quiero volver a tener tu pelo bajo mi nariz cuando te beso la frente. Que me embriague tu olor. Sentir más que un teclado bajo las yemas de mis dedos, sentir tu piel. Quiero pasear de tu mano por la calle. Quiero sorprenderte con una nueva locura que te haga sentir enamorada. Quisiera estar allí donde tú estás aunque sea por sólo una noche.
Que treinta días han pasado como si nada, y espero que, cerrando los ojos ahora, estés de nuevo a mi lado cuando los abra.
Comentarios
Publicar un comentario
Me gustaría saber tu opinión sobre esta entrada.