El fuego quema
Comienza una noche que no tiene fin, una noche como nadie la recuerda. Trae contigo las ganas de vivir, que te van a hacer falta. Fuego que se alza en hogueras. Hechiceras y magos alzan sus cánticos al cielo estrellado. Bailes enérgicos a la luz de la candela. Sacerdotes rojos elevan sus manos a un dios que arde en una pira. Se consume un trozo de madera con su historia. El fuego quema. El fuego nubla la realidad y la trasforma en cenizas.
Luz de fuego que se alza roja. Rojo en los ojos de cada bruja que invoca a los demonios del averno. Esta noche el mismo Satán es siervo de la luz de la candela. Calderos que burbujean por doquier. El melancólico sonido del caramillo se cuela entre las hojas. En la corteza de los árboles antiguos el dibujo tallado del macho cabrío los observa. La cruz está al revés. En el suelo los triángulos superpuestos son rodeados por círculos. Inscripciones en el suelo que rezan conjuros en lenguas que ellos no han olvidado.
Te invitan a entrar. Te invitan a formar parte de su aquelarre. No puedes observarlos. O te unes a ellos, o ardes en un infierno eterno. Los tambores que marcan el rápido ritmo de los corazones que allí se reúnen. Una sacerdotisa del fuego saca el líquido burbujeante de uno de los calderos y lo esparce por la tierra para purificarla. El frío de la noche se combina con el calor de las hogueras y los calderos. Lobos que aúllan a unas nubes que amenazan con nieve.
Los borregos se pierden sin la luz habitual. Es la noche de los pecadores, una noche oscura donde los horrores se sientan a tu vera. Los falsos profetas se funden en el ardiente líquido burbujeante de los calderos. Los hermanos de la alquimia cortan sus palmas con dagas cuyos aceros han sido forjados en el infierno. Gotas de sangre tan rojas como el fuego que prende bajo los calderos. Gruñidos de ángeles que se cansaron de las alturas. Alas teñidas de negro que parecen de demonios.
Esta noche hay fiesta, ángeles desertores y demonios desnudos bailan sobre la tierra mojada por la sacerdotisa. Magos con máscaras ocultan su identidad a las hechiceras que flirtean con ellos. Las brujas remueven incesantes el líquido de los calderos con sus varas de madera. Cantan a la par. El humo se mueve a ritmo de sus cánticos en su ascensión. Los lobos las acompañan con sus aullidos. Esta noche el mago más poderoso será coronado rey y hasta el mismo diablo se arrodillará ante él.
Bestias engendradas de ceniza y magia, con los ojos rojos, rugen y baten sus enormes alas negras mientras el fuego les da forma a sus cuerpos. Los lobos ladran asustados. Las brujas ríen. Los hechizos vuelan tras el humo de los calderos. El mago mira sus creaciones desde un trono, alzado de barro, transmutado a madera. Contempla como las bestias salen de las hogueras, cada vez más perfectas. El fuego tiñe todo de rojo, y los corderos se pierden sin la blanca luz de su sol.
Los sacerdotes rojos rezan a su dios quemado sacando a las bestias del fuego que las crea. Sabes que si te ven no podrás escapar. Unirte a ellos o arder en el infierno. Aunque tu alma se muera por salir de ahí tu mente quiere seguir mirando. Tres brujas tras de ti te llevan en presencia del mago que juzgará si eres apto para este aquelarre. Risas de demonios. Cánticos de las hechiceras más jóvenes. El humo de los calderos te marea.
Arrodillado ante el mago que se ha proclamado rey te debates entre la vida en el aquelarre o la muerte en la hoguera, mas ten cuidado al elegir: El fuego quema. El fuego nubla la realidad y la trasforma en cenizas.
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