Para y por ti
Cuando la vida no te trata con respeto, cuando un sentimiento aflora y es mancillado, esas veces que un sueño no vale ni la mitad que un suspiro, esas ocasiones que la impotencia riega tu corazón y no sabes si vives o esperas, esas veces que el remite se presenta con un tachón por vergüenza de ser quien eres, es cuando algo en tu interior se despierta.
Yo soy esa pequeña vocecita de tu interior, ese que cuando la vida te pone a prueba y se empeña en derrotarte como mejor pueda, haciendo que pienses que no vales nada, te recuerda quién eres y lo bella que es la vida en su otra faceta. Soy el que te recuerda que puedes vivir la vida como un snob que piensa que nada es un milagro, o por el contrario ver ese pequeño gesto de amor que ella te lanza a diario, pero la primera forma de verlo es mucho más aburrida.
Me escuchas cada vez que alguien, al que le muestras tus sentimientos tal cual los vives, se burla neciamente de ellos. Mi vocecita es la que retumba en tu cabeza diciéndote que no pierdas más tiempo con esa persona, que lo que ha hecho es como escupir a una flor. Un gesto tan soez hacia algo tan bello no lo concibo, y siempre te recuerdo que vales más de lo que esa persona es capaz de valorar, pues los sentimientos son una parte tuya inherente.
Aunque no sea más que un pequeño muñeco de esparto que despierta en tu adversidad, recuerda que no te deseo ningún mal. Soy ese amigo que nunca has tenido, el que está ahí para y por siempre, sin más interés que tu bienestar. Y ya la vida pueda cargar sus cañones en tu contra, que yo siempre confiaré en ti, y en tu capacidad para afrontar los cañonazos.
Al fin y al cabo la vida es bonita, te regala los detalles más minúsculos que hacen que tu día, sin pensarlo, se convierta en uno inolvidable. Y está en ti apreciar cuando y donde te estás encontrando un regalo. En una sonrisa sincera, en la flor de un cactus, en la comida que has tenido la fortuna de comer, en un beso… ¡Para que luego se te crucen los cables y no veas el hermoso paisaje que la vida te regala!
Sé que muchas veces te sientes incómodo, frustrado porque algo no salió como esperabas, o sientes la impotencia de no saber si estás viviendo o tan sólo estás en una espera continua a que pase algo que te haga sentir vivo. Es normal, eres humano y te gusta vivir en paz, pero no puedes buscar una paz externa para estar en paz contigo mismo, porque esa tranquilidad no durará para siempre. La que buscas está en ti, en tu interior.
No hay nadie como tu, ni lo habrá jamás, por lo que nadie sabe con exactitud qué es andar con tus zapatos, salvo yo, que formo parte de ti. Pero no puedo obligarte a que me escuches, al igual que no puedo actuar por ti, así que en ti está ver lo maravilloso que tú, como ser humano, eres capaz de hacer, y no pierdas el tiempo con quien en ti no ve más que un objeto sin valor. Al fin y al cabo esas personas son dignas de lástima.
Y así, después de que mi susurro resuene por todos los rincones de tu cabeza, empiezas a sentir que el corazón te vuelve a palpitar, que un aura de paz te rodea y es cuando te sientes bien. Cuando quieres volver a vivir con más ganas. ¡Y mira qué casualidad!, la vida cesa las hostilidades con las que hasta ahora te «atacaba». Mi trabajo ha finalizado, y en mi siento la satisfacción de haberte alegrado el día. Ahora vuelvo a dormir, vuelvo al rincón de tu cabeza del que me desperté.
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