En un día normal…
En un día de estos en los que suele pasar que, de la nada, el día pasa a ser el mejor de todos, sin ni siquiera pensar que hoy va a ser especial parece que a tu caminar crecen las flores, que el sol empieza a brillar solamente por ti, y nada más levantarte el espejo te sonríe, iluminando tu rostro. Un día de estos en los que la vida vuelve a tener ese color que parecía perdido.
Ayer, antes de irme a dormir, me di cuenta de algo maravilloso, algo que me llenó casi por completo de felicidad: aún nadie me ha prohibido soñar contigo, y jamás podrán hacerlo. Mi espacio onírico puede perseguirte, invitarte a ver mi mundo y mis sueños más míos para disfrutarlos los dos juntos. Y si digo casi me llena de felicidad no es porque algo de eso me haga infeliz, sino porque no hay nada como sentir tu piel bajo las yemas de mis dedos.
Hoy me he levantado sin pensar mucho en nada, tan sólo con esa idea que anoche entró en mi cabeza. Intento acordarme de lo que he soñado, adentrándome para ello en las sendas de mi subconsciente, buscando algo que me sirva de pista para recordar si tú formabas parte de ellos. Recuerdo un bosque en la niebla con bichitos luminosos, también de una tahona que vendía pan en el imperio romano. Veo un viejo buhonero, que te dio un antiguo colgante celta…
Al igual que el mío, tú día habría comenzado también, y aquello me hacía preguntarme cómo te habrías levantado, y si, al igual que yo, habías soñado conmigo. Fuera por el motivo que fuese, me encuentro feliz ante la idea de que voy a volver a verte otra vez, y si es cierto que ya ayer te vi, al igual que el anterior, para mi este día es otra aventura que viviré contigo, y quién sabe qué haremos hoy.
Tal vez sea hoy el día menos pensado, el que te haga volver a la cama con la sonrisa más pura y sincera que, sólo en los momentos más contados, ilumina tu rostro. Quizás hoy, un día como otro cualquiera, la felicidad te venga a buscar, y eche a la amargura de tu vida, si no es para siempre, para un buen rato. Tal vez hoy sea cuando tu alma se alegre al ver nuestro amor materializarse en uno de esos besos que, sin pensarlo, acaban quedando para la historia.
Puede que hoy la mala suerte la tome con otro, que la lluvia que hubo ayer te permita ver la vida de una manera más limpia. Sé que quizás estas palabras basadas en suposiciones no hacen un gran día, pero tal vez lo predispongan a serlo, y no hay mejor amanecer que este que se alza hoy, porque es algo que ya está aquí, aunque se esté yendo desde este mismo momento, avisando que no debes colgarte de los brazos de Morfeo y disfrutarlo desde ya.
Pero si este día pasa a ser el mejor y puedo estar contigo para disfrutarlo, para hacerlo posible tanto como yo pueda. Si veo en tus ojitos esa febril mirada enamorada al cese de este día, como si me agradecieras el estar contigo otro año más, cuando los dos sabemos que no hay porqué dar las gracias por algo que sale del corazón, ese día habrá valido la pena, tanto que hará olvidar los demás.
Quién sabe si hoy es un día de esos en los que suele pasar que, de la nada, el día pasa a ser el mejor de todos. Pero no digas hoy que es un día normal, porque hace veinte años que a mi, con tan sólo un mes de vida, nuestros meñiques se unieron con un hilo invisible. Que no es un día normal, porque ya van veinte años dándole luz a un mundo que hoy se despierta por ti.
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