Un milagro para el miserable

Como un náufrago que arriba a una isla desierta y se encuentra sólo en ese mundo del cual no puede escapar y ningún barco pasa que pueda avistarlo y recatarle de aquel cruel destino, igual que este, se conoce cada palmo de su isla, se aferra al último rayito de esperanza de volver a lo que antes fue que lo mantiene con vida.

Como si de un señal de SOS que el náufrago lanza con la esperanza de que alguien lo vea y pueda rescatarlo, él llevaba un cartel con un mensaje tan directo como emotivo a sus ojos, sin tener en cuenta la ortografía, ni la estética de su cuadriculada letra escrita sobre el cartel que mostraba a una marea impasible que apenas reparaba en él como persona, y mucho menos en aquel sucio cartel con una estampa de la virgen decorándolo y aportándole la esperanza que el sistema económico no le supo dar, o por lo menos no supo mantener.

Caminando con un cabello que no podía ni peinar y una barba que no podía ni afeitar provocando la repulsión de todo aquel que a su lado pasaba, como la arena cede a la presión del pie y se aparta de este. Al igual que un náufrago busca un resquicio en la roca de las calas donde la mar no llegue y lo cale hasta los huesos, para dormir un poco y despertar en otro día igual de agonizante que el anterior, él busca un sitio bajo un puente, en cualquier portal o en un cajero, esperando que su presencia no sea demasiado molesta para la sociedad. 

Esa sensación de estar perdido en un sitio tan conocido, esas tardes pasadas sentado en la arena de una acera frente a un supermercado cualquiera, viendo puesta de sol tras puesta de sol en el mismo lugar en el que su vida pasaba sin que a nadie se le removiera la conciencia por ver a una persona en una situación semejante. Quizás sea verdad lo que la gente decía y es que cada uno busca el altruismo ajeno, pero nunca el suyo propio, siendo así él sobraba en esta sociedad.

Con su mano tendida esperando a que un buen samaritano que, de lo que le sobraba, pudiera tender algo de ayuda a este pobre miserable, y nada, como si no existiera. Estaba claro que poco iba a poder aportar a la sociedad, y menos así, pero necesitaba empezar con algo, por lo menos para encontrar un trabajo necesitaba estar aseado, pero cómo estarlo durmiendo cubierto por un manto de estrellas. Estaba en un círculo vicioso del que no podía salir. 

Con un suspiro se sumió en un profundo sueño, que tenía un trabajo, podía dar de comer a su familia, a su fiel compañero canino que tanto le había acompañado cuando pedía limosna con el que compartía siempre la mitad del bocata que conseguía ganarse con las pocas monedas que gente con corazón le donaban. Soñó con que tenía una casa bien cuidada y conseguía vivir y no sobrevivir. Se despertó de un brinco con los ojos abiertos como platos y una frase en la mente: "El sol nace para todo el mundo"

Cogió su melancólico cartel y con el rotulador que tenía y comenzó a tachar todo el mensaje que tenía escrito y comenzó a escribir en el dorso otro mensaje que se viera más y mejor:


Para las personas más amables:
Hoy es un día magnífico, para usted, para mí, para todo el mundo,
pues el sol nos alumbra.
Escucho los problemas que hacen que este día no sea genial.
Acepto donaciones.

Esa sería su forma para colaborar con la sociedad, y qué casualidades tiene el destino que al final este sin-techo encontró el mejor trabajo del mundo.

Comentarios

más leídas