El pato feo
Su olor, una de sus miradas, su forma de andar y esa luz en sus ojos que hacía que el corazón me diera un vuelco, y al escuchar su voz enloquecía de amor.
Volado por esa maldición adolescente a la que llaman acné, apenas lucía músculos como debiera para ser lo suficientemente atractivo, como en todos sitios en los que aparecían superhombres (con mucho cuerpo y poca materia gris) que al parecer a ellas tanto les gustaba. No podía presumir de cerebro, pues apenas conocía la psique femenina, un simple pagafantas que nada del amor sabía, sólo lo sentía.
Tan alejado estaba de la idea del Príncipe Azul, ideal, guapo, honesto, apuesto, y todo lo que describe Disney a modo de bomba, como un puñal que se clava en el corazón diciéndote que eso es lo que les gusta a las chicas, y no un chico feo, con algún que otro kilito de más, la cara completamente infectada de granos y re-peinado por la moda que dicta su mamá. El pringado que, en una película americana, meterían su cabeza en el wáter y discriminarían por ser como es y no un simple veleta.
Un flechazo de Cupido, aquel angelote gordo y traicionero que tan pocas veces acierta en sus disparos. Caprichoso y sanguinario, que me hizo caer en la peor enfermedad descrita por Platón. Verla para que me alegrara el día, aunque ella, con una venda en los ojos no veía jamás a aquel pato feo que la observaba desde la retaguardia, suspirando con cada paso que ella daba. Si un día la suerte me sonreía y me dedicaba una de esas sonrisas suyas, mi corazón daba un vuelco, y en mi mente sólo un pensamiento: "sabe que existo".
¿Cómo iba yo a acercarme a ella? Ni era el más listo de la clase, ni tampoco el más malote, como resulta que les gustaba, tampoco era el más guapo, ni el más rebelde, sólo era un simple pato feo con déficit de autoestima e incapaz de hablar sin tartamudear con ella. ¿Cómo iba a gustarle? Prácticamente yo no era nada, y ella lo era todo. La veía reír con sus amigas, estar con otros chicos mientras yo y mi soledad moríamos de celos, y nos torturábamos por esta estúpida timidez de un adolescente.
Mi miedo al fracaso venía infundado por la palpable posibilidad de llegar a perder su amistad, pues un "sólo amigos" significa alejarse para siempre por miedo a volverá a caer en un platónico amor que jamás parecía arribar a buen puerto. Nadie sabe de quien por desgracia es el pato feo, una simple mancha en el cristal que se borra sin apenas esfuerzo, la amarga pasión del desamor de un quinceañero.
Es por eso que esta entrada la saqué del recuerdo, casi un lustro más tarde, te volví a ver, casi se puede decir, con otro hombre mucho mejor a la sombra del que era antes, con un hombre completamente cambiado, renacido que es capaz de hacerte feliz. Con un beso en el alma te mira aún ese niño que antes fui, colmado de alegría por que su paciencia y cambios que en él se dieron han dado fruto y el pato feo se acabó convirtiendo en un cisne.
Dar un paso adelante desde la retaguardia y ocupar un sitio en tu corazón, decirte "te quiero" y que no me mires extrañada por mis sentimientos, mirándome con esa mirada que tanto me gusta y me devuelvas esa íntima confesión de sentimientos. Lo que cambió la vida de este joven hombre, de ser un patito feo que apenas existía a compartir un sueño junto a mi primer amor.
Me ha encanta.Es una entrada que solo lo comprendera de verdad el que haya sido un "Patito feo"
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