Las verdades del escritor
Carismáticos, buena gente, creativos, quizás un poco polifacéticos–pero para bien, eh–, observadores, discretos, diplomáticos, sutiles, guapos y bellos como ellos solos, necesarios para este mundo, solución para cualquier problema… ¡Que tampoco es para tanto! ¡¡Que ante todo somos lo más modesto del mundo!!
Verdad número uno: el éxito no depende de nombre: Jamás pienses que por ser un famoso que sale por la tele y escribas un libro vas a tener un éxito que llegues incluso a salvar una librería porque tu libro se venda como si fueran gordas y pringosas rosquillas. ¿Cuándo se ha visto que un político sin vocación escritora, un torero que apenas sabe juntar dos letras sin saber cómo suena, una… “buscavida” que da su vida–y su nariz, heredada de su padre Voldemort– en el plató de un cultísimo y de exquisitos modales programa de televisión que hayan escrito un libro o media página para salvar su carrera y que tenga éxito? ¡Nunca!
Verdad número dos: adaptación: Seiscientas palabras, setecientas para un blog, o sea, página y media, no vaya a ser que el personal se canse. Un contenido serio, sentimental, crítica política, pero jamás debería permitirse una entrada de cachondeo. Un escritor sabe cómo manejar a sus lectores y llevarlos adónde él quiera, conseguir llevárselos a sus pies siendo un gran líder revolucionario como lo fue Mafalda, o Homer Simpson, o no. Y en un blog personal jamás de los jamases debe haber noticias de actualidad poco comentadas en las redes sociales, así que aquí ningún rey ha abdicado.
Verdad número tres: prescindir de la ironía para vencer: El sarcasmo, la burla, la doble intención, ¿quién fue el demonio que lo inventó que no tenía ni idea? ¿cómo algo tan basto puede ser utilizado para decir algo? Con la ironía nadie podrá saber con exactitud tu opinión, y nadie quiere que eso pase. Todo debe entrar directamente sin dudarlo, como si fuera un bicho que tenga que entrar por narices en una habitación, con lo bien que se está fuera…
Verdad número cuatro: Castidad, pureza, cantos bucólicos y pastoriles: ¿Quién dijo que el sexo vende? ¿Quién dijo que un libro erótico podría superar en ventas al mismísimo Harry Potter? Eso nunca, jamás en la vida, se ha visto. Esto es muy recomendable sobre todo si te lee tu abuela, y gente que políticamente debe llevarse una buena imagen de ti. Es más, ¿cuántos libros conocidos, que están de moda, tienen alguna escena picante? Todos conllevan la pureza del Lazarillo del Tormes, o de Rinconete y Cortadillo.
Verdad número cinco: La escritura te da dinero, mucho dinero: Aprende a escribir y conseguirás millones, no hace falta ningún argumento, sentido o intención al escribir, sólo con ponerte a soltar tres tonterías pertinentes ya significan lo mínimo unos cuantos milloncitos de derechos de autor. ¿Quién puede resistirse a este dinero fácil?
Y verdad número seis: Lo mejor para el final: No hay nada que deje mejor sabor de boca que un buen final hecho y no de cualquier manera, de forma que impresione al lector, lo deje boquiabierto, patidifuso. Un final que te haga resoplar con orgullo de una entrada bien hecha y que no tienes que aguantar más el cocado de escribirla, hasta la siguiente. Un final que sea tan redundante como antirretórico, que no deje duda que este es el final y más del último punto ni hablar. Ya los lectores irán dejando sus comentarios y lo que ley ha gustado la entrada.
Y para que así conste y tenga validez estás verdades, queda el gran final: “Las lechugas no son rojas”.
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