Toda la eternidad
Toda buena historia empieza siempre con un poco de miedo. Empieza con mariposas en el estómago cuando el tren se pone en marcha. Con horas de música en los auriculares por delante. Que las manos se aferren al reposabrazos del avión cuando este toma carrerilla para despegar. Con la llave que gira para arrancar el motor del coche. Con una maleta cargada. Con una lágrima de despedida. Toda buena historia empieza con un sueño que, olvidando su naturaleza onírica, se hizo realidad.
La gran mayoría de personas se pueden catalogar en dos grandes grupos, aquellos que añoran un pasado mejor, y los que anhelan un futuro utópico. Es cierto que el ser humano tiende a olvidar recuerdos malos, dejando sólo los bueno y, por otra parte, tendemos a idealizar el futuro. Como una tirita sobre la herida de bala de un pasado cuyo dolor está aún latente, lo que está más allá del presente son tan solo las sombras difusas de las decisiones que tome hoy.
A un paso de salir de mi zona de confort, con miles de posibles complicaciones en el camino, la probabilidad jugando en mi contra. Con la ilusión radiando en forma de brillo en mi mirada. Qué más me gustaría que el tiempo pasase como pasa cuando no quiero, saber ya si la puerta esta abierta para que pase, si se abre otra puerta a otro mundo diferente. Ya no sé si es odio lo que siento cuando veo al segundero detenerse. Las dudas me están volviendo loco.
Sigo perdiéndome en sueños que quizás no lleven a ninguna parte, ilusionándome por causas que pudieran estar perdidas antes de empezar. Sin saber siquiera si es apropiado escribir esto, o debiera permanecer en mi mente hasta tener una respuesta definitiva. Pero se siempre se me permite fantasear con destinos tan remotos que apenas puede mi imaginación crear una imagen de lo que sentiré si llego a pisar esas tierras. A día de hoy sólo siento que este disparatado sueño es dónde empieza una gran historia.
Salir de mi zona de confort como símbolo de huída. Huída que se materializa en forma de una simple web, en la cual día tras día espero que se encienda esa luz verde al futuro. Futuro que, lejos de aquí, supone el mayor salto de fe que haya hecho, el inicio de toda la eternidad. No significa que quiera dejarlo todo atrás y no volver nunca, tan sólo poner una pausa real en mi vida normal y tal vez, y sólo tal vez, cambiarla por completo.
El miedo se esconde tras la improbabilidad, pero la ilusión en mi mirada se aferra a cualquier mínima posibilidad, aunque mil cosas puedan salir mal, aunque el futuro se presente de una forma inesperada. Otra ciudad, bañada por otro mar, otros vientos, otros paisajes, amparada por otros rayos de un mismo sol. Hasta la luna en cada noche se verá distinta. Suspiros con vaho, la nieve bajo mis pies, mil capas cubriendo mi piel. Un sueño dentro de otro sueño. Mi barco arribando en otro puerto.
Tal vez esto solo quede en un sueño y una mañana me despierte con la amargura de saber que lo sueños son tan solo sueños. Un sueño que respiro, que vivo con la alegría de que es real, pero ¿cómo saber si realmente estoy tan solo dormido? Tan sólo el tiempo me dirá si me tengo que despertar. Tan solo esa página web de esta forma tan fría me dirá si este irá simplemente al olvidado cajón de los sueños rotos.
Toda buena historia empieza siempre con un poco de miedo. Toda buena historia empieza con un sueño. Y ese sueño empieza hoy. Mientras tanto sigo anhelando que llegue el día que este sueño que tengo se olvide de que está siendo soñado y se convierta en realidad.
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