El lado oscuro del arco iris
El tic tac de un reloj, siempre sonando, marcando el ritmo de un todo que hace de voz para una existencia que pasa tan lenta como un día, tan rápida como una noche. El sonido de unas monedas siempre cayendo, a veces una tras otras, a veces a montones, siempre su metal vibrando al chocar contra cualquier superficie. Una batería incesante que quiere ganar a pulso el número de tics del reloj. Y una oscuridad que lo envuelve todo tras un colorido arco iris.
El mundo al otro lado del arco iris suena, y no de una manera bajita y taciturna, suena más y más fuerte. Quién sabe si pide, anhela o desea cualquier cosa. Exigiendo a cada momento que pasa su existencia, esperando, siempre esperando una cosa u otra de quien lo habita. Un caos insalvable que raramente se deja entender. Números que indexan una vida, vidas que pasan tras el tic tac de un reloj, un reloj que se para en el minuto exacto en que una lágrima se pierde en la arena.
Causas perdidas que son defendidas hasta la muerte, ilusión del ser humano y aspiración a mejorar de una humanidad en involución. Un país, quizás muy lejano, tal vez muy cercano, que contiene dos mundos con los que helarte el corazón y a la par verlo arder de impotencia. Regiones que se desentienden de quien les dio la riqueza, riqueza y poder que corrompe almas y las pone en liquidación para venderlas al mejor postor. Monedas que caen, a veces una a una, otras veces a montones.
Yo en mi oscuridad escucho los ecos de ese lado que me llegan lejanos. Oigo gritos de terror, voces femeninas calladas bajo ricas telas mientras las tratan como simples floreros, risas de mujeres que te invitan a perderte entre sus rizos, entregándose sin condiciones. Contraste entre el gruñir de unos cerdos y conversaciones perfectamente inteligibles, miedo al terrorista inmolado por su ceguera y lágrimas de un necesitado agradecido tras la ayuda prestada. Bien parecen los ecos de una loca charada sin sentido.
Un concierto sin su público, una obra de teatro sin ensayar, y siempre algo por lo que seguir luchando, algo que nos hace amar la vida como el mejor regalo que nos puede dar un mundo que nada regala. Dinero que se va antes de haber llegado, un deber más y otra deuda pendiente que te ata sin compasión, «no es nada personal, sólo negocios». Una sonrisa sincera y ruborizada en pleno mar de hostilidades, los dulces ojos que te miran de quien está enamorado.
Sentirse bien, sentirse mal como gatos que están vivos y muertos, todo en un mismo momento, en un mismo instante de tiempo, en un mismo lugar. Año tras año, conclusión tras conclusión. Distancias que se miden en años luz, pero se recorren en el tiempo que tardes en imaginarlo. Un universo que podría ser tan pequeño como un átomo de un macro-universo, micro-universos viviendo en cada partícula de este, y miles de estos en paralelo donde todo es posible, ¿quién lo diría?
Una oscuridad que lo envuelve todo tras un colorido arco iris, donde llegan los ecos de un mundo de excesos que siempre pide más y es inconsciente con sus actos, pero a la par se muestra tan inexplicablemente dulce y cariñoso, lleno de vida. Un universo que guarda un secreto que por lo visto al final acaba haciendo feliz a todo el que lo habita. El lado oscuro del arco iris, aquel del que tanto oigo y tanta curiosidad tengo por conocer, guarda una belleza inefable y efímera que eclipsa todo lo demás.
Comentarios
Publicar un comentario
Me gustaría saber tu opinión sobre esta entrada.