Siete

No había en el cielo otro número que mandar, que siete condenas como castigo por siete pecados. La soberbia de ser mi dueño, y no esclavo ni como los demás, la avaricia de querer conocer más de lo que me permiten, la envidia de quien tiene y no aprecia, la ira de luchar por lo que es mío y que jamás por nada del mundo me quitarán, la gula de querer comerte a besos, la pereza no adaptarme a lo que gusta y la lujuria por quererte como te quiero.


Siete pecados son los que hacen que se cumplan siete condenas de las más inimaginables e inhumanas, pues una vez muerto ya no se es persona, como siete son las grandes virtudes que aquí repudiamos. Siete como los colores del arcoiris, ese que vence a la lluvia, pero nunca podrás tocar. Son siete los días de la semana que te atragantan, siete las notas musicales de la canción que te pone el vello de punta, eran siete los Sabios de Grecia, y siete vidas son las que tiene un gato.

Salí del infierno con la más pura intención de crear discordia, colarme en tu mundo y ponerlo patas arriba, difundir la maldad como modo de vida dominante, y volveros a todos malos, malos…son las cosas que hace uno cuando sale del averno. Pero no iba a consentir privarte de las miles de tentaciones que este mundo ofrece y que todos rechazan. Morder la manzana prohibida que tan sabrosa parece y dejar la condena para los mortales.

Soy el que por las noches te visita, poseyendo cualquiera de tus objetos, aunque prefiero aquellos que tienen un alto valor emocional. Ese pequeño muñeco, el libro que esa persona te regaló, objetos inertes que cuando los tocas sientes ese calambre en el estómago. Sientes como el colchón se hunde cuando me siento a tu lado, pero tú no puedes verme. Soy el que te hace desear, el que te tienta en la lujuria, y te dice que lo hagas. 

Te recuerdo que hay quién es más fuerte, más guapo, más rico o más inteligente que tú, para que tu envidia estalle y te sientas débil. Soy el que te devalúa como persona, y luego te recuerda lo mucho que vales por ti mismo, sin ayuda de los demás, te infunde ese pensamiento de superioridad para que no te sientas tan mal. Soy el que te dice que busques tu comodidad, que haga otro el trabajo por ti, no te esfuerces más de lo necesario, que vas a cobrar lo mismo.

En tu oreja te susurro que necesitas más bienes, que te aferres a lo material, que es lo único que tienes en la tierra. Afortunadamente poco tengo que hacer en ese aspecto, porque el dinero lo puede todo, y supera a ese complejo que los hombres tenéis. Sí, ¡más vale morir solo pero rico! Con dinero y poder, ¿quién puede desear más? ¿Y quién te puede dar más que yo, que ya he arruinado la vida de tantos poniendo el dinero de por medio.

En fin, que soy un bicho muy malo, que te dice todo lo que debes hacer para ser feliz, pero siempre estará el que te diga que eso es malo y no se puede vivir así, pensando sólo en uno mismo sin consideración por los demás. Metiéndote en el mismo saco que asesinos sanguinarios que les mueve el placer, violadores que son enfermos que deberían estar proscritos, terroristas que justifican sus actos en nombre de un dios o una bandera y políticos que van a lo suyo.


Siete pecados, siete condenas, como siete son los reinos que conforman el infierno, donde, algún día espero ver a ese grupo de desalmados y sufran en sus carnes el dolor que ellos sembraron con sus «placeres».

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