Amanecer

Se despierta un nuevo día, cargado de alegrías y tristezas, penas y glorias, derrotas y fracasos, éxitos y victorias. Habrá que ver cómo lo desarrollamos. El sol comienza bañando la pequeña habitación en la que me encuentro, acariciándome con sus rayos las telas con la que estoy hecho. Antes de nada, ¡Buenos días!


No tenía muchas ganas de levantarme aquel día, pero, ¡qué diantre! El día iba a pasar lo quisiera o no, y si parte de ese lo paso en la cama, vaya día más desperdiciado, si como bien dice el refrán, la vida son dos días, y uno de ellos está lloviendo, si el sol me había despertado es que ese era el día, ese era mi día, no iba hoy a vivir la vida, hoy voy a vivir mi vida. Aunque no de un salto, me levanté para comenzar aquel día lleno de potencial.

Mientras me reflejaba en el espejo veía la tela de mi ropa y el basto trapo de esparto en el que estaba encerrada mi alma iluminada por la luz del sol. En el hilo que tenía cosido como boca se formó una pequeña sonrisa y veía en los botones que tenía remendados en forma de ojos parecían tener un brillo especial. Pues sí, sólo soy un muñeco de esparto, y pequeñito, ¿y qué? Aquí estoy dispuesto a comerme el mundo.

Tenía muy claro que la vida no me la regalan, nadie me iba a dar nada gratuitamente por mi cara bonita, pero ¡qué caray! la vida es un regalo, y estaría feo no aprovecharlo, pintar el día, como decía una horrible canción que resulta tener razón, verde esperanza y descorrer las cortinas de la tristeza, que el sol está tras ellas y el astro rey nace para todo el mundo igual, hasta para este pequeño muñeco de esparto.

Aunque pueda estar rodeados de derrotistas, qué más da, no me responsabilizo de cómo será su día, pero el mío no lo arruinarán, la mentira, el odio, la envidia, los celos, son entes malignos que, por suertes son desterrados de este tan fantástico día, con una simpática canción en la mente, cabeza alta, que el suelo está ya muy visto, ahora con la mirada al frente, que no podrán conmigo.

Y si la lluvia me sorprende en mi día, por algo llevo mi paraguas para poder cantar bajo la lluvia, alzando las manos a la esperanza, riendo, disfrutando, que llorar no vale la pena, no hay fórmulas escritas para ser feliz, ni para vivir la vida, vivir mi vida, el mejor consejo me lo daré yo mismo, para ello hay que coger las riendas y no dejarse comprar por dinero ni venderse con mentiras.

Me maravillaba con la facilidad con la que me podía vivir siendo sólo un pequeño muñeco que en un principio era inanimado, pero ahí voy yo, aun catalogado de inútil, me pregunto qué es la utilidad para aquellos que dicen que un simple muñeco de esparto no sirve para nada, no hay que ser útil para valer, la vida no te da utilidad, me la tengo que ganar yo mismo, y si no, da igual, no estoy aquí para servir a nadie, y si me cierran una puerta siempre encuentro otra salida.

Toda mi destreza, escalando por tus muebles, llegando hasta tu oído susurrándote una frase que jamás olvidaras, escondiéndome por los lugares más recónditos donde jamás me encontrarás, me lo ha dado la experiencia, y hoy es un día para arriesgarse, que los cobardes nunca ganan y hay que ganar esta batalla, ¡que soñar es tan barato, a salir de mi escondite, a vivir mi vida!


Si alguien dijo que no volvería, le respondo con una carcajada, ¡se equivocó! Alzo mi cabeza al cielo y las manos arriba, sólo quiero gritar: “¡Buenos días!”

Comentarios

Publicar un comentario

Me gustaría saber tu opinión sobre esta entrada.

más leídas