Silueta de mujer
Me susurras algo al oído, me vuelvo pero ya no estás ahí, te busco y no te encuentro, miro por todos los sitios por donde podrías estar escondida, pero no ya te has ido. Sólo cuando se me echa el tiempo encima, obras el milagro y reapareces.
Llega el final del mes, todo parece estar vacío, y tu no has decidido aparecer por aquí, desesperado paseo por mi habitación, miro de un lado a otro, cojo el móvil por si tengo un mensaje tuyo y me planteo tu existencia tras comprobar que no hay nada en absoluto. He de reconocer que antes te negaba no por estar siempre a mi lado sino porque no te veía, y ahora, ante tus ausencias puedo verte.
Cualquiera de mi condición admitirá que cuesta verte, te gusta jugar conmigo, me susurras algo que sólo tu sabes y cuando quiero recordarlo, de mi mente se ha fugado sin dejar ni rastro. Y de nuevo haces lo mismo, y es entonces cuando me giro para poder verte y sólo veo una túnica blanca escapando por la puerta. ¿Dónde te escondes cuando salgo a buscarte?
Aunque tengo que admitir que lo peor viene cuando estás conmigo y a la mitad te vas y desapareces y vuelvo a quedar sólo con las ganas de seguir sin poder, porque continuar sin ti, para mi es imposible. De hecho, de ser posible, la cosa saldría bastante chunga, y no puedo conformarme sólo con esperar, te tengo qué buscar. ¿Cómo lo hago cuando me susurras un final perfecto y lo vuelves a hacer, te vuelves a ir, y tengo que improvisar una historia hasta llegar al tan esperada terminación?
Ay, Inspiración, que tanto me has hecho sufrir, tantos meses que creí que nada sacaría, tantas entradas temiendo que la idea que me habías silbado no tendría buena aceptación entre el público, o no se comprendiera la idea, que está fuese malinterpretada y por ende que no gustara. Me hiciste sufrir cuando tras varias entradas sacadas, ninguna consiguió alcanzar la gloria, o cuando tuve que abandonar algunas entradas por no ser de la calidad que mis lectores se merecen.
Pero por el contrario, Inspiración, no son pocas las veces en las que el trabajo ha tenido su recompensa, un tiempo en el que cada idea que me susurrabas alcanzaba el esplendor, cada entrada entrada conseguía más y más lectores hasta tal punto que el nivel se ha puesto a una altura nunca vista, y a partir de esta sucesión sin tu ayuda no podré continuar con la calidad de hasta ahora.
Y mira la casualidad que yo soy un varón y tu silueta es de mujer, vestida con una túnica blanca que vienes, vas, y eres capaz de traicionarme, y la entrada queda abortada a la mitad del desarrollo, guardada en el cajón de las proscritas cumpliendo la condena del olvido hasta que su penitencia se vea cumplida y resurja con más fuerza que con la que comenzó la idea original.
Mi Inspiración, te encuentro en los sitios más insospechados, en una mesa tan desordenada como la mía, en la naturaleza, o con la simple compañía de personas especiales, en la mar… Inspiración que murmuras, susurras y con dificultad te escucho, sólo te pido que, aunque el mundo se vaya, tú no me abandones.
Comentarios
Publicar un comentario
Me gustaría saber tu opinión sobre esta entrada.