Evitar contacto con los ojos


Se verá en la obligación ético-moral de subir el volumen de la música.
¡Buenas, fiel lector! (o nuevo lector, identifícate tú mismo). La cuestión es que hace tiempo   me fue planteada la cuestión de si no viviría mejor como un perro, y ahora, escuchando Dogs, de Pink Floyd, me he decidido a sacar a la luz–o a la nube, dependiendo de por dónde se mire– las reflexiones sobre la pregunta.
Vivir como un perro, cumpliendo las necesidades vitales, y viviendo paseando todo el día, jugando, y demás. Pero la idea de ser un perro no me convence, ya que el hombre expropia la tierra de la naturaleza y allí construye sus ciudades, reduciendo el hábitat natural de los pobres perros. Y un perro puede vivir perfectamente en una ciudad, luego, ¿cual es el problema? ¡Las perreras! O refugio de animales en los que sacrifican a los pobres animales–o sea, para los que no me entiendan: solo en los que se practica el sacrificio y maltrato animal, el resto no, de hecho me parece genial su labor.
Es lo más cercano a un holocausto, en el que parecen que los animales no sufren ni sienten. Y por ello afirmo que, al no ser vegetariano, si matas a un animal es por dos causas fundamentales: Comer, o liberarte de un peligro. (Luego puede haber causas secundarias, pero se me ocurrirán esta noche antes de dormirme, o cuando haya publicado la entrada y maldeciré a mi mente, siempre tan elocuente)
Así pues, digo con temor a equivocarme, que mucho mejor es ser un lobo. Aparte de porque hay muchos tipos de perro, y no me gustaría ser un chihuahua–esas ratas chillonas y siempre malhumoradas–, porque un lobo no se acerca a las ciudades, es independiente, su mundo es su manada, libre para todo, el extremo más radical del carpe diem. Y por los razonamientos dados anteriormente, hay pocas variedades de lobo, así que queriendo ser un lobo es querer ser grande, con hocico, cuatro patas…
Y me despido pensando en una especie de lema ecologista que no se me ocurre, pero para evitar que los antiecologistas lo usen para mofarse de los ecologistas no me inventaré ninguno–con esto hago una alegoría a la crítica a versos que hace la gente, a lo amateur, a la Semana Santa de Sevilla de un antiguo profesor mío, cuyas palabras literales fueron: “La gente escribe versos a la Semana Santa de tal manera que si quieren acabar con ella, van por buen camino”. Y esto que acabo de poner no viene a cuento, pero me da igual, tenía que meter la Semana Santa como fuera.
¡Hasta la próxima entrada!

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