La niña del vestido rojo

Pequeña niña que caminas por el mundo con tu vestido de telas rojas como la sangre, que visitas cada país, cada reino y cada región de este mundo con ese aire pensativo y distante, que sueñas con ver que tu sueño de un mundo pacífico, sin guerras, se hace realidad. Glorificada sea tu bendita inocencia, esa que vas perdiendo mientras te adentras en un mundo canalla que, ahora que lo ves con ojos de mujer, ves que  tanto dista de ser tu cuento de hadas. 


La vida que aún apenas se te muestra como dura es mucho más cruel y mucho más dañina que lo que tu mente inocente pueda llegar a imaginar. Pronto comprenderás  que por todo el mundo, desde la estepa siberiana a la Pampa argentina, existe un mal sádico que arranca las lágrimas y desgarra el alma. Una existencia cruel que te quita las ganas de luchar por lo que tú piensas y tus seres queridos. Una existencia que te abandona a tu suerte y te da la espalda.

Pronto verás que existen otro tipo de personas, niña del vestido rojo, esas que son oscuras y nada les complace más que el verte sufrir. Personas que sólo odian e intentan hundirte cueste lo que cueste, personas que para ellas no eres humana, serás sólo un número en una cola, un DNI que sea tu identidad, un transeúnte más por las calles del planeta, o si en una broma amarga del destino y por capricho de terroristas, eres una muerta más es un atentado.

Niña de las mil pregunta, no tardarás en darte cuenta que te van catalogando, en cuanto entres en este mafioso mundo de los adultos, donde todo lo mueve el señor don dinero. La religión y política te separará de buenos amigos y te darás cuenta antes de llegar a anciana que sólo era un juego de tronos entre gobernantes que aspiran al poder y nada más, que por más que te engañen tú seguirás votando, seguirás creyendo los cuentos de astutos asusta-viejas.

Verás que hay que pagar por todo, hasta por el sol que te calienta y el aire respiras. Te sentirás como una tonta el día que te roben la cartera, te dolerá en el alma las tragedias del mundo e intentarás mirar a otro lado, y sentirás la injusticia de una multa de tráfico que no es merecida, pero a nadie importará lo que sientas, los sentimientos están vetados en una sociedad pensante que no piensa e intenta no sentir.

Verás niños de tu edad que mueren de hambre en Nigeria, y en Siria portan armas para combatir en la guerra, mientras sus madres lloran y lloran junto a un cadáver que no llega al metro de altura. Verás la impotencia de un tercer mundo olvidado y desamparado. Te llenarás de espanto ante las barbaridades de los más radicales, defendiendo un ideal político, religioso o para defender a un absurdo equipo de fútbol con golpes llenos de odio que son de fuego.

Niña del vestido rojo no llores si cuando estudies historia te horrorizan las torturas más atroces que se hacían en la Edad Media, ni te sorprenda ver cómo trataron a los negros los americanos. Si te metes en la piel de un judío que fue llevado a un campo de concentración sentirás esa impotencia que se siente al no poder hacer nada mientras se llevan poco a poco tu vida. Verás el odio de la historia reflejado en tu sociedad «moderna».

Entre las mujeres y niños maltratados y violados, las desigualdades sociales que permiten a un hombre comer en demasía y a otro morir de hambre y las enfermedades que te asediarán,  ente las lágrimas que la carretera se ha cobrado, cobardes que tiran la piedra y esconden la mano, y el mismo debate insulso de izquierda a derecha, tu corazón te suplicará que dejes de perdonar y arrepentirte cínicamente. Te pedirá que ojalá exista ese paraíso después de la muerte porque el infierno lo tienes al abrir los ojos.


Que si hay razones para alzar la cabeza por el ser humano, más motivos hay para sentir vergüenza por una especie que camina como dormida, en un mundo silencioso donde todos duermen. ¿Qué le vas a hacer si esto tan sólo son cosas de humanos?


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