El ángel de luz

–Mi Yo no se rebajará a tu nivel, mi Yo es superior, Yo soy superior a ti y al resto de mortales. ¡Jamás pediré perdón!
–Tú eres tonto, y el resto de tu familia igual. 

Se me ocurrió hace algunos días hacer siete entradas con cosas bonitas y moñas, como es característico en el blog, así que hablaré de cosas tan bonitas como las virtudes, pero virtudes elevado a menos uno, así que empezaré con el más fuerte de los Siete Pecados Capitaleslo de capital es que de ellos se desarrollan más pecados–, y porqué están tan extraordinariamente bien elegidos.

Aquel que él, consigo mismo, se basta para ser mejor que nadie. Ese tío que en todo lleva razón, en todo han de escucharle por el hecho de ser quién es. Esa persona que tiene lo mejor del mundo, que es lo mejor del mundo, que presume de lo que no tiene. Esa persona que sólo unos soportan a su lado… 

¿Y lo bien que se vive así? Vamos a repasar las ventajas que tiene eso para uno mismo, ¿existe alguien más importante que Yo? Não, pescao. 

¿Y el poder decir todo lo bueno que tiene mi Yo, las grandes cosas que tengo? ¿Por qué no presumir de todo lo que hago, de todos mis objetos de súper-mega-lujo? Todas esas cosas que tengo Deluxe no las tengo porque funcionen bien, muchísimo mejor dar constancia de que las tengo y las tengo bien, por ejemplo mi colección de coches Mercedes-Benz, ¿para qué quiero tantos coches si no es parare sumir de ellos? ¿Quién me dará más gloria que mis coches último modelo? ¿La humildad? Sí, claro, ¡y la pobreza está en el dinero!

Otra ventaja, pedir perdón, ¿eso qué es y por qué lo necesito? Por favor y por humanidad–y por Yo–, ¡no me vengas con esos rollos del perdón! El perdón es algo tan, tan, tan–que se convirtió en campana–tan bajo para mi súper alto estatus social que jamás me rebajaré a pedir perdón. Eso lo piden esa gente que se muere de hambre, ¡hombre!

Eso sí, siendo así no sienta nada bien que algún mísero mortal te diga que te equivoques–¿equivocarme Yo? ¿Perdona? ¿Me lo repites?–, ¿quién se cree que es ese imbécil para decirme a Mi que Yo hago algo mal algo? Vamos, a esta belleza que muestra el espejo le va a decir un ser inferior que se equivoca, que hace algo mal, que… me callo, que me inrrito con el estúpido que dice que me puedo equivocar, como si ese fuera más importante que Yo.

Y la ventaja más obvia que tiene la soberbia, o el orgullo, que, pasado un tiempo esos zafios mortales inferiores se irán de mi lado, fuera, irse lejos, que dais calor. Esos ignorantes, que dicen que Yo no soy perfecto, se irán para dejarme tranquilo con mi Yo, tranquilo para satisfacer a mi Yo, poder alabarme como ninguno de esos idiotas lo hizo. ¿A quién necesito teniendo me a mi? ¡A nadie! Por algo Yo soy perfecto y todo esta en un nivel muy inferior a mi, por eso no acato órdenes, no obedezco mandatos, porque los dicta alguien inferior que quiere tratarme como un igual. No tengo que demostrar nada a nadie, sólo marco las distancias entre la escoria y Yo. Mi Yo es lo importante. Yo soy lo único que importa, mi Yo.

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