Arde la hoguera
Rojo sangre, rojo desesperanza. Destrucción sobre calor, amor sobre oro. Cantos entonados en silencio, gritos que nadie va a oír. Viento gélido y etéreo aúlla por las montañas como un lobo más. Como El Lobo. Sueños conectados con una lejana realidad paralela, pesadillas vivientes como fantasmas quejumbrosos por los callejones de la existencia. Vellos que se erizan, nudo en el estómago. Sudor frío que se desliza suavemente por la frente. No intentes entender lo que en esta noche va a pasar. Esta noche la hoguera arderá.
Despójate de tu pasado, presente y tu futuro. Libértate de la persona que finges ser, las ropas que vistes para recorrer el camino más falso hacia la verdad. Esta noche no necesitas más que ser quien eres, sin más adorno, sin las baratijas de las mentiras con las que te engañas mientras te miras al espejo y te dices que eres feliz. Descálzate de los zapatos que te impiden salir de la comodidad, pues vas a pisar una tierra sagrada ante el fuego.
El frío de la noche, el viento del sur, las estrellas brillando por las alturas. Testigos de este ritual. Personas de negro rodeando la lumbre, no distingues si son hombres o mujeres, negros o blancos. No sabes si eres tú o una mera continuación de tu sombra. Esta noche no puedes resumirla a una palabra, porque no sabrás cuál usar. Respira hondo, que nada calle tu canto, mientras echas a la hoguera todo aquello que en tu vida se alimente de ti.
Que arda el odio y la envidia, la mediocridad que te hace sentir algo de gloria cuando ves hundidos a los demás. Que los peores sentimientos se quemen durante esta noche. El fuego eleva su temperatura, tan alta como en los infiernos. Que las llamas laman el cielo, que esta hoguera se vea desde el mismo confín de la Tierra. Echa cada gota de celos, las deudas del pasado y esa intranquilidad que te mantiene en vela cada noche. Siente cómo todo se transforma en cenizas.
Que se consuman entre llamas aquellos que hacen de tu alma un burdel, los que devuelven bolsas de basura a las flores supiste dar. Los pequeños dictadores que se esconden tras una imagen liberal y moderna que te han sometido a su voluntad. A todos aquellos terroristas que se atrevieron a hacer que te sintieras menos de lo que eres. Buitres que volando alrededor del sol esperan tu muerte, a los que en tus caídas buscan su beneficio, quémalos, libérate de su parásita presencia.
Prende todo el dinero que te encadene a vivir como pobre, la televisión que vacía tu cabeza, el móvil que te tenga prisionero en un mundo virtual. Quema a todos los enemigos fantasmas y dioses menores que te inventaste a modo de excusa que te impiden avanzar. Libérate del veneno de la pereza que corre por tus venas. Convierte el egoísmo que muerde su propia cola en cenizas. Que la traición y la impunidad se fundan ante el calor de las llamas.
¡Más calor! ¡Más energía! Echa las sanguijuelas que se llevan tu alegría, cada mentira que te contaron, cada ilusión destrozada y sueños rotos. Codicia, ataduras, soberbia y falsos amores, todos bajo llamas. Quema sentimientos asociados a un recuerdo cruel que aún te haga llorar, pero nunca eches lo aprendido. Usa de combustible al amigo que sólo es amigo hasta donde alcanza el interés, al muro hipócrita que te separa de quién eres. ¡Que explote la distancia que tus pies enraizados no pueden recorrer!
La hoguera se alzó alta y más alta hasta las estrellas, convirtiendo todo mal en cenizas bajo sus llamas. Calcinando cada cancerígena parte de mi que me impedía ser feliz. Al final del tercer día tan sólo quedan los restos donde se alzaba la hoguera. Cojo un puñado de cenizas. Soplo dentro de mi mano. Veo como el viento se lleva todos los males destruidos por el fuego.
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