África

Allá donde en un coro unen sus voces cantándole a la vida, donde el sol alumbra con mayor intensidad y la percusión late como un sólo corazón celebrando con alegría el estar vivo. Donde se mezcla el naranja del atardecer en la sabana con el moreno de la piel, el optimismo y la alegría de la música brotando desde sus entrañas con los siglos de opresión que cargan sus espaldas. Donde un desierto que no acaba, el lugar dónde calla occidente.


El sonido de unos timbales que resuenan desde Tánger hasta Ciudad del Cabo, llevando consigo todo el color de los paisajes de un continente, desde los pueblos árabes del norte, por un desierto, hasta la sabana. Del Nilo hasta el Kilimanjaro. Paisaje de las cataratas Victoria o la Selva del Congo que parecen darle paz al alma de sólo mirarlas, pese a peligro que en ellas guarda. Suena al canto tribal que todos llevamos en la sangre, suena al hambre de los inocentes.

África es el color vivo y cálido que la forma. Es el rojo del cielo africano de la sabana al atardecer, el naranja de la arena del desierto, el amarillo de la hierba que crece salvaje por doquier permitiendo toda clase de vida. Es el azul del cielo reflejado en un oasis que sofoca al caminante del desierto, y el verde de la selva formada por miles de árboles que luchan por alcanzar la luz. África es la piel negra que sonríe a la adversidad. 

Un continente lleno de vida, ese que suena como una madre que añora a su hijo. África que es el origen de la vida, que llena los corazones con su canto y percusión, la que se entristece cuando la abandonan en patera, mientras sus hijos mayores le dan la espalda. Es la mujer alegre y fuerte que ha sobrevivido a guerras y las mayores adversidades, la que te quiere, y como bien dice el refrán quien bien te quiere te hará llorar.

Es el sol en la espalda de un día de trabajo, el sudor en la frente, la unión entre el hombre y la naturaleza, es la amistad infinita que surge con los animales, que aprenden a confiar en nosotros. Es el carpetazo a los derechos humanos y las leyes por parte de canallas que se coronaron por pura ambición. Es el verde, amarillo y rojo de su bandera ondeando al viento con la forma icónica del continente.

Son nubes sin lluvias, es el torrente que cae repentino que lo inunda todo en una noche, es viento y arena por el Sahara, el calor por el día y el frío en la noche, es un espejismo entre las dunas, un secreto guardado y el oasis entre palmeras. Es la diversidad de la fauna y millones de plantas que nunca antes se habían conocido, quién fuera jardinero y vivir en tal jardín de maravillas tan colorido y tan lleno de vida.

Cuando el primer hombre caminó por las sendas de esta tierra tan hostil como paraíso, lo hizo pisando tu suelo, sintiéndote en la planta de sus pies, oliendo tu aroma y contemplando la belleza que rebosas en todos tus paisajes. Fue el primero, el hijo de Adán, el que sintió por primera vez el sofocante calor de tu sol y el frío de tus noches. Sobre tu suelo conoció el amor verdadero y sobre tu tierra desarrolló su máxima inteligencia.


Nada más nacer aquel hombre primero te reconoció como madre y te amó como nadie, te vio como la más bellas de las mujeres y estuviste para siempre en su recuerdo como su madre. Por ti aprendió a caminar sobre sus piernas, por ti dominó el fuego, por ti decoró la cueva que le proporcionaste, y por ti inventó un lenguaje, cada vez más complejo, y reservó la palabra más bonita para denominar tu grandeza: África. 


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